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Sala de los Murmullos del Tiempo
1 minuto después el sínodo de mana localizo la entrada oculta por una matriz de distorsión, está ya estaba rota por los pulsos de maná.
Los tres avanzaron con desicion y detrás de unas puertas oscuras encontraron un ascensor
—Que anti climático no? —Dijo dorian— sin hacer caso, Aila entro directamente seguido por Dorian y el obispo.
Las puertas del ascensor se cerraron tras ellos con un susurro metálico, dejando atrás la nieve y el cielo encapotado.
Una tenue luz azulada los envolvió mientras descendían. El obispo no hablaba, como siempre. Aila miraba con atención el mapa que generaba el artefacto en su muñeca.
Dorian solo estaba cruzado de brazos, silbando. Pero de pronto se le ocurrió un pensamiento peligroso que no tardo en expresar.
—¿No deberíamos volar el ascensor? —dijo Dorian sin mirar a nadie—. Si dijiste que los capturaron como esperimentos ya no serán humanos, es mejor no darle una salida a lo que sea que este ahí abajo.
—Si hay sobrevivientes, deben poder salir —replicó Aila sin apartar la vista—. Este no es un campo de batalla, Dorian. No aún.
—Tú y tu maldito heroísmo... —murmuró él, chasqueando la lengua.
El ascensor se detuvo con un leve temblor. Una puerta doble se abrió ante ellos, revelando un pasillo oscuro e inmóvil. Más allá, como si la oscuridad respirara, se hallaba la Sala de los Murmullos del Tiempo.
Sin dudarlo llegaron enfrente de la sala.
Dorian abrio su boca denuevo. — Mmm sala de los murmullos del tiempo,— volteando a ver a Aila dijo:—suena... Poético como para una cita—
Exasperada Aila abrió la sala de una patada y al cruzar el umbral, una espesa neblina fue liberada y dentro de la sala se encontraba.
Un vasto recinto circular de muros de obsidiana, adornados con grietas que exhalaban la espesa neblina y que liberavan una energía etérea. En el centro, un anillo flotante pulsaba con runas antiguas. La atmósfera vibraba, pesada, como si el tiempo mismo respirara.
Sin darse cuenta cada uno fue absorbido por la neblina espesa.
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Aila
La temperatura descendió en picado, pero no era por su afinidad al hielo. El ambiente mismo se sentía... muerto. Frío. Denso. Avanzó con cautela, su espada envainada pero lista.
Entonces comenzaron.
"La justicia no es más que un manto raído... una mentira que te dices para dormir por las noches..."
"La peor decisión... Serás débil cuando decidas, seras la más estúpida..."
"Tú lo dejarás vivir."
—¿Qué...? ¿Quién habla?
"Ojos rojos como el fuego extinto... cabello negro como la muerte dormida..."
"¿Sabes lo que es? Un error. Un fallo. Un experimento de Zane... un hijo no nacido de sangre ni alma."
—¿De qué están hablando? ¿Quién es?
"Tú lo verás. Tú elegirás. Tú fallarás."
Aila apretó los dientes. Su respiración se hizo pesada. ¿Quién es esa cosa? ¿Por qué siento esta angustia en el pecho?
"Y todo por tu patético sentido de justicia... Todo llegará a su fin"
Los murmullos se reían ahora, como cientos de voces infantiles y viejas a la vez.
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Dorian
Se encontró en una sala iluminada por una llama que flotaba sobre su cabeza. Caminaba por un corredor sin fin, sus botas resonando en el mármol dorado.
"Tu un Rey..."
"La Grandeza..."
"La Gloria..."
—Ajá, ahora sí estamos hablando.
"La corona te espera. El mundo se inclina. Las mujeres... incluso ella..."
La niebla se distorsionó y una imagen de Aila, con una túnica blanca y una sonrisa dulce, se formó en el aire. Luego se arrodillaba ante él.
—Ves Aila ... Poetico— Con una sonrisa lujuriosa se acercó— pero cuando tocó a Aila está volvió a ser niebla y resonaron los murmullos de nuevo.
"Pero hay una sombra."
La imagen cambió. Un muchacho de ojos rojos, apenas humano, se alzaba como una grieta en el trono.
"Un experimento... un error... una aberración..."
"La anomalía que arruinará tu destino."
—¿Quién... quién es él?
"No tiene nombre. Solo un número. E... Treinta y cuatro."
"Acaba con él... o acabarás en el barro del olvido."
Dorian sintió cómo su corazón latía como tambor de guerra.
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Obispo del Destino
El humo lo envolvió. No se movió. No habló. Pero los murmullos llegaron a él también.
Y él los escuchó.
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E-34
La sala era silenciosa para él. No había murmullos. No había calor. No había frío.
Solo vacío.
Avanzó tambaleante, su cuerpo aún débil, pero algo en su interior ya no era humano. Sus pasos resonaban como si el mundo esperara su siguiente aliento.
Frente a él, una figura lo esperaba: Aila. Fría. Inmóvil. Alzó su espada un poco, solo como precaución.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?
E-34 tragó saliva. No sabía por qué temía a esa voz... o por qué quería escucharla más.
—No... lo sé —respondió con honestidad cruda, su voz temblando—. Solo... desperté aquí...
—¿Estás solo?
—Creo que sí. No recuerdo nada antes de... estar acostado en el líquido.
Aila entrecerró los ojos. Y lo miro más detenidamente "Ojos rojos como el fuego extinto... cabello negro como la muerte dormida..." Y...
¿Líquido? ¿Fue el parte de un experimento...? ¿Es él...?
Sacudiendo su cabeza para librarse de sus conflictos internos Aila continúo con su deber— ¿Eres parte de las iglesias?, venimos a rescatar a los cautivos, todos los que pertenecen a nosotros tienen la marca, muestrala—
Entonces, detrás de Aila, Dorian apretó los puños. Lo entendió. El rompecabezas encajó.
—Eres tú... —murmuró.
—¿Qué? —dijo Aila, sin girarse.
—E-34... tú eres el bastardo que arruina mi futuro.
Desenvainó su lanza en un solo movimiento, envuelta en fuego.
—¡Muere, maldita rata!
Se lanzó como un rayo. Pero Aila, girando con precisión helada, desvió la lanza con su espada. El filo ardiente paso a milímetros de E-34.
—¡¿Qué carajos te pasa, Dorian?! —gritó Aila.
—¡Hazte a un lado! ¡Él no debe existir!
—¿Por qué? ¿Qué sabes que yo no sé?
Dorian apretó los dientes. No podía decirlo.El lo supo instintivamente que si lo decía... su futuro moriría.
—¡Solo quítate!
El combate comenzó. Hielo y fuego chocaban con fuerza contenida para no derrumbar la estructura.
E-34 retrocedía, aterrado.
Entonces, antes de dar otro paso, sintió una presencia a su espalda. Fría. Absoluta.
Una mano enguantada se posó en su hombro. No escuchó pasos. Solo apareció.
Una voz grave, apenas un susurro.
—No estoy aquí para rescatar a nadie.
E-34 giró lentamente, paralizado.
—Estoy aquí para eliminar la mayor anomalía... El enemigo del destino.
La voz del Obispo del Destino resonó en toda la sala, interrumpiendo el combate.
Aila se volvió con horror. Corrió hacia ellos.
—¡No lo toques!
Pero Dorian, con una expresión que ya no era de lujuria ni burla, lanzo otra estocada hacia Aila y grito.
—No! Él debe morir.
E-34 jadeó. ¿Es este mi fin?
Pero entonces... lo recordó.
"Desincronización de Conciencia."
Sus ojos brillaron. La sala desapareció por un segundo. Frente a él, un hombre de rostro curtido, músculos fuertes y mirada decidida.
Liberato.
La visión se superpuso a su cuerpo, como si fuera suyo. Sintió fuerza. Habilidad. Memoria.
Nombres nuevos:
Liberato (de origen latino, significa "hombre libre")
Dorian Gray, Basado en la novela del retrato (nombre que ya puse) solo que con un sentido de desprecio por las masas
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