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Chapter 167 - Capítulo 11: La Marioneta de Mando

La imponente arquitectura de piedra gris del edificio gubernamental se cernía sobre ellos, un símbolo de poder y estabilidad en el corazón de Ottawa. Para Kaira y Bradley, era simplemente la fortaleza exterior que guardaba su objetivo. La seguridad era palpable; cámaras discretas observaban, y guardias uniformados patrullaban los perímetros. Pero para la supervelocidad de Bradley y la sutileza telepática de Kaira, las capas externas eran apenas un inconveniente. Se movieron como fantasmas, Bradley utilizando su velocidad para atravesar espacios abiertos en un instante, mientras Kaira usaba su habilidad para sembrar breves lapsos de atención o dirigir miradas inocentes lejos de ellos.

La tensión aumentó al adentrarse en los niveles superiores, acercándose a la zona de alta seguridad que protegía el despacho presidencial. Los pasillos se volvieron más silenciosos, el aire más denso con la presencia de una seguridad más formidable. Llegaron a un corredor ancho, a pocos metros de una puerta doble e imponente que debía ser el acceso al área presidencial.

Y allí estaban. Varios militares armados, apostados con una vigilancia tensa y profesional. Su presencia llenaba el corredor de una autoridad férrea.

En el instante en que la sombra de Bradley se alargó al salir de una esquina, y la figura de Kaira apareció a su lado, los militares reaccionaron. Fue instintivo, brutal. Los ojos se abrieron con alarma, las manos se movieron con velocidad letal hacia las armas enfundadas o empuñadas. Gritos ahogados de ¡Alerta! o ¡Intrusos! comenzaron a formarse.

Pero Kaira no quería un tiroteo. No aquí. No ahora. Necesitaba al Presidente intacto, funcional. Su mente, clara y enfocada, envió una instrucción silenciosa a Bradley y una oleada de energía psíquica hacia los guardias.

"Incapacitar. No letal", fue la orden mental de Kaira a Bradley, acompañada de una sutil onda que buscaba desorientar.

La respuesta fue un blur. La velocidad de Bradley se desató, no en una línea recta destructiva, sino en ráfagas controladas alrededor de los guardias. Un brazo que se movió demasiado rápido para seguirlo desarmó a uno; una ráfaga de aire comprimido por su paso rápido noqueó a otro. Los que intentaron levantar sus rifles sintieron que las armas saltaban de sus manos antes de que pudieran apuntar.

Al mismo tiempo, la telepatía de Kaira se desplegó. Una oleada de confusión y pesadez mental golpeó las mentes de los guardias restantes. Sus pensamientos se volvieron lentos, sus músculos se negaron a responder correctamente. Un guardia se desplomó, la mente de repente vacía. Otro se agarró la cabeza, gimiendo, incapaz de procesar lo que veía.

En segundos, el corredor que antes estaba lleno de una amenaza latente ahora solo contenía cuerpos inermes o aturdidos, desarmados y neutralizados con una eficiencia brutal y casi limpia. Kaira y Bradley se movieron entre ellos, asegurándose de que nadie pudiera dar la alarma antes de que tuvieran lo que necesitaban.

Con el camino despejado temporalmente, se dirigieron a la doble puerta e impusieron su entrada.

Y allí estaba él. El Presidente de Canadá. Sentado en su imponente escritorio de caoba, el despacho un santuario de poder con banderas y retratos de líderes pasados. Parecía normal, en el centro de la normalidad.

Pero una quietud antinatural llenaba la habitación. Kaira había actuado rápido, utilizando la breve ventana de tiempo tras neutralizar a los guardias para extender su control sobre la mente más importante del edificio. El Presidente estaba bajo su influencia.

Kaira entró primero, con Bradley justo detrás, asegurando la puerta. La mirada de Kaira se fijó en el Presidente, y aunque su expresión era serena, había una concentración intensa en sus ojos, una sutil tensión en sus sienes. Mantener el control sobre una mente entrenada y poderosa como la de un jefe de estado requería esfuerzo. Podía sentir la sutil resistencia bajo la superficie, una voluntad profunda que luchaba silenciosamente contra la invasión. Esta lucha interna se manifestaba en el Presidente como un ligero temblor intermitente en sus manos, unos ojos que carecían de chispa a pesar de estar abiertos, y una rigidez en su postura que parecía antinatural para alguien sentado.

Bradley se quedó cerca de la puerta, su propia postura tensa. Observó la escena con una mezcla de asombro, inquietud y fascinación. Ver a Kaira manipular la mente de un hombre así, sentado en su propio despacho… era una demostración de poder aterradora y magnífica. Sentía la tensión en el aire, el silencio cargado que se cernía sobre la habitación, la quietud impuesta por la voluntad de Kaira. Su propia incómoda moral luchaba contra la lealtad a la Operación y la necesidad del plan de Ryuusei.

Kaira caminó hacia el escritorio. Su voz era clara, tranquila, un contraste escalofriante con la situación.

—Presidente —dijo—. Necesito que escuche con atención. Y que actúe según mis instrucciones.

El Presidente no respondió de inmediato. Hubo una pausa, un ligero endurecimiento en la mandíbula, una manifestación de la resistencia silenciosa. Kaira intensificó su control por un instante, su concentración se profundizó.

Entonces, el Presidente habló. Su voz era monótona, plana, carente de la entonación que cabría esperar de un líder, como si cada palabra fuera leída de un guion invisible escrito directamente en su mente.

—Escucho —dijo el Presidente.

Kaira procedió, dictando las órdenes con una eficiencia despiadada. —Dará órdenes para la movilización militar inmediata. Unidades terrestres, transporte aéreo estratégico, recursos navales si son viables. Una fuerza expedicionaria significativa.

—Movilización… significativa…— repitió el Presidente, su voz era un eco sin emoción.

—El destino oficial será Europa del Este —continuó Kaira, tejiendo la mentira—. La justificación: participar en una misión humanitaria masiva y estabilizar la región en respuesta a la escalada de la crisis. Utilice el lenguaje apropiado. "Proteger intereses canadienses", "contribuir a la paz global".

—Europa del Este… misión humanitaria… estabilizar… proteger… intereses canadienses… contribuir a la paz global…— La voz del Presidente recitaba las frases, la mentira saliendo de sus labios con la misma facilidad que la verdad.

—La logística debe ser rápida —ordenó Kaira—. Establezca puntos de reunión, coordine el transporte aéreo y marítimo. Un cronograma de despliegue rápido. Necesitamos que estén listos para unirse a... otros elementos... en las próximas semanas. Y la discreción es absoluta. La seguridad operativa es primordial. Sin filtraciones.

El Presidente asintió lentamente, su mirada vacía enfocada en Kaira. —Logística rápida… puntos de reunión… transporte aéreo y marítimo… cronograma… despliegue rápido… seguridad operativa… sin filtraciones.

Kaira observó al Presidente, asegurándose de que las directivas se habían implantado correctamente en su mente controlada. Podía sentir la red de control extendiéndose más allá de él ahora, alcanzando las mentes de los generales y otros oficiales clave que también había sometido o estaba en proceso de someter. La "Red Plateada" del gobierno canadiense comenzaba a responder a su voluntad.

Bradley observó, un escalofrío recorriéndole la espina dorsal. Vio la facilidad aparente con la que Kaira desmantelaba la voluntad de un hombre y lo convertía en una herramienta. Era aterrador. Un poder que podía rehacer el mundo desde las sombras. Se cruzó de brazos, la inquietud marcada en su rostro.

"Esto es… increíble, Kaira", murmuró Bradley, su voz baja para no romper la tensa quietud.

Kaira no apartó los ojos del Presidente, pero respondió. —Es eficiente, Bradley. La voluntad de uno… redirigida para un propósito mayor.

La conversación, esta extraña sesión de dictado al títere en el corazón del poder, continuó por un tiempo, asegurando que todos los detalles cruciales fueran implantados. Finalmente, Kaira pareció satisfecha. El Presidente estaba programado. Daría las órdenes necesarias.

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