"¡Ya estamos arriba de ellos!" grito el capitán de los toxotes mientras el Pegaso se mantiene en el aire.
Cuando bajo su brazo, los pegasos dejaron de mover sus alas y las usaron para planear, y su objetivo era la marea verde.
Era un ataque sorpresa desde el cielo, un regalo de bienvenida a las tierras griegas de Eunomia Nova.
Flecha y flechas fueron disparadas y con la caída tuvieron más fuerzas y sin querer un orco levantó su cabeza debido a las sombras de los proyectiles.
Y con fuerza rugió que levanten sus escudos, pero sus hermanos no entendieron y lo pagaron caro.
Los goblins fueron ensartados al suelo, incluso algunos se les desprendieron la cabeza debido a que fueron a su cuello.
Los orcos por suerte usaron sus brazos para protegerse y con tiempo mínimo finalmente pudieron levantar sus escudos.
El jefe de guerra orco observaba con furia a los caballos alados, el solo rugió con furia y el chamán goblin antes de que pudiera utilizar su magia, los atacantes ya se habían ido.
Los toxotes tuvieron éxito en su misión bajar números de los orcos, pero su prioridad eran los jinetes orcos de jabalíes.
Pronto llegaron a Eunomia Nova quien tenía mucho movimiento dentro, los cuatro cuarteles finalmente se terminaron de hacer y comenzaron a reclutar soldados hoplitas.
Los ancianos comenzaron a discutir sobre cómo mejorar a las unidades míticas y sobre la bóveda de Erebo para que las arcas de oro de la ciudad siempre estén llenas.
Arkon por su parte seguía aprendiendo a pelear con Philitos cada vez que podía, Rexes mientras tanto se quedaba siempre cerca de él, incluso cuando iba lavar su cuerpo.
No lo abandonaba en ningún momento.
Poco a poco, la ciudad se acercaba a los tres mil habitantes para que finalmente pudieran avanzar de edad.
Sin embargo, los orcos siempre estaban cerca y cada dos por tres llamaban a los aldeanos a refugiarse.
Sino fuera por las unidades míticas y soldados de infantería, todo avanzaría a paso de tortuga.
Mientras entrenaban, el capitán de los toxotes bajo del cielo y aterrizó cerca de su rey, dando su informe.
"mi señor Arkon, los orcos están muy cerca, al llegar el mediodía ya podrán ver el campamento minero." Dijo el hombre mirando con respeto a su rey.
"recibido, Philitos reúne a las tropas, no arriesgare a qué avancen más, iré personalmente al frente." Dijo mientras su cuerpo sudaba.
Le chifló a Rexes y este rápido se levantó y fue frente a su jinete, puso el pie en el cabestrillo y se sentó en la silla de montar.
Poco después avanzó y el resto de soldados lo seguía a las puertas de la ciudad.
Regimientos y regimientos de infantería con lanzas y espadas y escudos comenzaron a seguir a su rey.
Seis regimientos de cada, un regimiento de pegasos con arcos, con lanzas y espada y escudo.
Un regimiento de ciento veinte centauros con armadura ligera los seguía.
Dieciséis minotauros con diferentes tipos de hachas, de dos manos, en cada una, de doble cabeza o solo una.
Cinco cíclopes de grandes tamaños lo seguían, usaban garrotes de madera debido a que eran fáciles de hacer.
Pronto todo el ejército de Arkon fue hacia donde el ejército orco.
La tierra temblaba con cada paso de este ejército, tanto por el ritmo como por el tamaño y fuerza de cada individuo.
Kilometro por kilómetro, los dos ejércitos se acercaban y finalmente se vieron.
Arkon con personalidad de rey no debía tener nerviosismo, pero aún así sentía una sensación en el pecho.
Como siempre su rollo de piel comenzó a desprender calidez, al sacarlo y abrirlo notó que su ejército comenzó a ser dibujado por tinta negra al igual que los orcos.
Él con experiencia, ordenó al ejército, dejó a los pegasos en los flancos, en primera línea estarían los hipaspistas ya que tenían escudos y detrás de ellos estarían los hoplitas con sus largas lanzas.
Los minotauros y cíclopes estarían en los flancos, para cuando comiencen el choque los pegasos harían cargas en las espaldas de los orcos.
Cuando termino y apretó continuar el mundo que se había detenido, se reanudó y los soldados comenzaron a moverse como había ordenado en el rollo de piel.
El respiró profundamente y saco su arco y una flecha, todavía no había dominado su espada, pero el arco lo tiene bastante dominado en comparación que cualquier otra arma.
Toda podían escuchar los rugidos de los orcos y el relinchar de los pocos jabalíes que sobrevivieron.
Los minotauros no se quedaron cortos y mugieron con bravura mientras mostraban sus hachas.
Los cíclopes tenían miradas burlonas o simplemente mecían sus armas o las balanceaban.
Los centauros tenían miradas desafiadoras y tensaban sus arcos, ellos no por algo eran mortíferos con está arma de largo alcance.
Para cuando un toxote querían lanzar su segunda flecha, ellos ya lanzaron su cuarta flecha.
Los pegasos relinchaban y sus jinetes hacían gritos de guerra, y los caballos mostraban el máximo esplendor de sus alas.
Sin embargo, este ruido comenzó a molestar a Rexes, entonces inflo su pecho y con su cabeza mirando el cielo rugió.
Su rugido fue tan potente que aturdió incluso a los jabalíes y atonto a los orcos, y como si fuera una señal los guerreros humanos y sus monstruos avanzaron con velocidad.
Los pegasos volaron y esperaron su oportunidad para cargar, los toxotes por su parte fueron directo a los arqueros orcos.
Los centauros ya tenían de objetivo a los pocos orcos montados sobre jabalíes y para cuando terminen, el primero que se cruce eran sus objetivos.
Los minotauros con fuerzas en sus pezuñas avanzaron con velocidad, ellos alargaron sus filas para actuar como caballería de choque y después causar estragos.
Los cíclopes que eran iguales a los gigantes salvajes de los orcos, avanzaban a pasos agigantados.
El resto de soldados humanos avanzaron con velocidad.
Para cuando los orcos salieron del aturdimiento ya tenían a poca distancia a los humanos, e incluso así sonreían con locura y amor a la batalla.
Ellos esperaron la carga de esos tauros de piel negra y argolla dorada en su nariz.
Pero los únicos que notaron algo raro eran el jefe de guerra orco y el chamán, esos tauros no iban a avanzar simplemente.
Estos bajaron sus centros de gravedad y cuando estaban a un solo segundo de distancia, levantaron con fuerzas sus cabezas.
Sus cuernos penetraron en la armadura simple de los grandotes orcos, sangre escurría de los agujeros a la vez que los manchaban.
Docenas y docenas de orcos fueron fácilmente levantados y ante de que pudieran reaccionar el resto de chicos orcos, las hachas comenzaron a machacarlos.
Incluso uno de estos seres aún tenía a un grandote orco empalado en su cornamenta y sin molestarse siguió partiendo en dos o abriendo sus carnes para que sus tripas o lo que quedaban de ellas siendo expulsadas de sus cuerpos.
El jefe orco avanzó entre los minotauros y una gran parte de sus chicos se quedaron con los tauros negros.
El resto fue atacar a los humanos y él tenía un objetivo marcado, el jinete blanco arriba de un león dorado, su jabalí fue directo hacia él, pero alguien se interpuso en su camino.
Un caballo marrón y un jinete dorado con capa azul, tenía un escudo redondo y una espada dorada.
Y el jinete humano sin miedo fue hacia él, el jefe orco de armadura completa rugió con furia al igual que su jabalí.
Cuando el jefe orco sintió chocar su espada mal hecha sintió un gran dolor en su muñeca, él era al menos un poco más fuerte, encontró un humano fuerte en estas tierras abandonadas.
Para cuando se dio cuenta, su espada fue cortada por la mitad y solo quedó su hacha, abandono el mango de la espada y con agarre fuerte blandió su única arma.
El chamán goblin por su parte utilizaba sus magias nefastas contra las tropas de Arkon, aumento la fuerza y el filo de las armas de sus súbditos orcos y goblins.
Mientras que a los humanos les lanzó una maldición que hacía que todo su cuerpo comenzará a picar por todos los lados y rincones de su cuerpo.
Haciendo que se distraigan y sean apuñalados, partidos al medio, empalados, aplastados o cercen su cabeza u otra extremidad.
Los goblins por su parte estaban peleando por multitud a los hipaspistas, pero estos fueron entrenados para ser contra infantería, pero al ser atacados por al menos cinco o seis goblins hacían que menguaran su energía con rapidez.
Los pegasos con hoplitas cargaban y retrocedían constantemente, haciendo que los orcos y goblins mueran por el choque y la inercia de bajar volando junto con una lanza que los penetraba con facilidad.
Los que cargaban hipaspistas solamente se quedaban peleado cuerpo a cuerpo con los grandotes orcos.
Los toxotes por su parte estaban concentrado con los arqueros orcos, pero las flechas y la fuerza de estos eran enormes.
Una sola flecha los hacia caer de la montura incluso habiendo cuerdas y cintos que los mantenía firmes a la silla de montar.
Los cíclopes por su parte mandaban a volar a todo piel verde que encontraban, los goblins los aplastaban, a aquel orco desafortunado lo agarraban y lo lanzaban contra sus congéneres con fuerza acabando con pocos e hiriendo a otros.
Arkon por su parte dejaba que Rexes acabe cuerpo a cuerpo a los orcos y él como podía asesinaba con precisión a goblins y grandotes orcos.
El tiempo pasaba, pero eran solo minutos, un Minotauro que se quedó sin oponentes vio al Chaman goblin desde su carro tirado por lobos.
Preparándose y moviendo su pierna como si estuviera cargando, corrió hacia el carro y el chamán lo notó.
Comenzó a hablar y de sus manos y bastón comenzaron a salir magia verde y transformándose en bolas las expulsó con fuerza.
Y pareciendo como cometas, pero con precisión de arquero fueron al tauro, y los cinco proyectiles golpearon exitosamente.
Haciendo que el tauro cayera, poco después el chamán comenzó a canalizar más magias nefastas con su lengua y bastón.
Philitos cuando bloqueó con su escudo el hacha del orco, con fuerza pura la punta de la espada penetró en la garganta del jefe orco, pero aun así siguió peleando.
Su armadura comenzó a mancharse de sangre roja oscura, el hoplita dorado cuando estaba a punto de avanzar notó que un cíclope estaba lanzando algo a su dirección, y con rapidez ordenó a su caballo alejarse.
El jefe orco con sus instintos primitivos sintió algo ir hacia él, pero era demasiado tarde, el cuerpo de un grandote orco chocó con su cuerpo mandándolo tanto a él como su jabalí volar.
El jefe orco vio como su jabalí moría porque de su boca expulsaba sangre a borbotones y segundos después dejo de moverse.
Él se levantó y seguía igual de grande, cuando escucho los ruidos de batalla en sus espaldas se dio vuelta, y lo último que vio fueron colmillos blancos y escuchaba flechas siendo disparadas.
Rexes agarro con fuerza la cabeza del orco y de un solo tirón la arrancó de cuajo, su jinete no se había dado cuenta que su montura había matado al jefe de guerra orco.
Su próximo objetivo junto con el de los centauros era el chamán goblin, ordenó desde su rollo que estos se acercarán a él y formarán una fila, el chamán los vio y ordenó a un regimiento que tenía su mitad de tropas goblin que sean su escudo.
Sin embargo, el chamán no esperaba lo siguiente, vio con sus ojos horripilantes y penetrantes como el león inflaba el pecho y lo último que recuerda era un rugido poderoso.
Rexes después de rugir, todos los pieles verdes quedaron aturdidos y atontados y cada soldado y unidad mítica aprovecharon estos segundos ventajosos.
Los centauros y el león dorado avanzaron y sin apuntar todos lanzaron flechas que impactaron en las cabezas, cuerpos, ojos, cuellos entre otros lugares.
Y como no pudieron ni siquiera levantar sus escudos, los cuerpos de los goblins se quedaron sin vida cuando fueron chocados por los centauros.
Rexes avanzo con facilidad entre las filas de los goblins, aplastando los con su peso, sus garras y sus mordiscos, mientras tanto su jinete apuntaba y disparaba hacia el chamán goblin.
Casi todas sus flechas impactaron en el cuerpo del chamán, pero su muerte fue confirmada cuando Rexes abrió sus fauces y con sus colmillos mordió y zamarreo el cuerpo del goblin y poco después abrirle su estómago con sus garras.
Varios goblins salieron de su estupor y pensado que su chamán estaba vivo intentaron apuñalar al león con sus espadas y lanzas, pero estás se rompieron con facilidad contra su piel, y solamente la ensuciaron.
Poco después fueron asesinados a zarpazos y flechas.
Los pieles verdes al ver a sus dos jefes muertos comenzaron de desmoralizarse y ya no batallan con su energía anterior, parecían acobardados, perdidos, pero aun así no recibieron piedad.
Todos fueron asesinados, pocos después de minutos de descanso comenzaron a juntar los cuerpos y les prendieron fuego como aviso.
Rexes rugió al cielo y el resto lanzaron gritos de victoria.
El día se dio por terminado y no sin sorpresas, en su camino volviendo a Eunomia Nova, el rollo de piel de Arkon llamo su atención.
Finalmente podría avanzar de edad, ya que cumplió los requisitos de tres mil de excedente población.
El rollo desdibujó las palabras e imágenes y en el medio de todo decía, avanzar de edad.
Arkon lo tocó con su dedo y este comenzó a dibujar y escribir nuevas cosas, los establos, herrerías y demás ya estaban disponibles.
El joven rey de quince años suspiró aliviado, un gran peso salió de su pecho o alma, en el camino comenzó a expandir la ciudad.
Sacó las granjas del mapa, los cuarteles iniciales los movió afuera para crear una zona militar tanto de infantería, de proyectil y caballería, y así creo la zona militar.
En otra sección creó la zona de herrería que al menos había unas doce, por otro lado, creó más torres de vigilancia de madera que para cuando las mejorara serían de piedra y lanzarían flechas.
Las murallas también las expandió y construyó numerosas casas, tantas posibles, pero si seguía así, comenzaría ser contraproducente defenderla.
Los que tenían prioridad eran los edificios militares y herrerías.
Al tocar el dibujo de los cuarteles, la mejora de infantería media ya estaba disponible, mientras que las mejoras de cada soldado de infantería estaban desbloqueadas.
La lanza del pánico de Phobos, la espada del pavor de Deimos, el escudo egida y la sarisa, confirmó la investigación y en tres días estarían completadas.
Los almacenes de recursos y los graneros comenzaron a investigar sus mejoras respectivas.
El templo también comenzó a trabajar, pero se lo hacía orando y rezando a Víctor Securis, que tardarían al menos dos semanas en total.
En el centro urbano finalmente estaban los héroes legendarios como Jasón, Teseo y Áyax.
Al menos así Philitos tendrá a alguien de su nivel para entrenar, y que puedan proteger cada lugar de interés para Eunomia Nova.
Sin embargo, Arkon notó que el próximo excedente de población y avance de edad requería veintiocho mil.
Y no le quedó de otra que modificar nuevamente la ciudad de Eunomia Nova, y aunque sería contraproducente, es mejor que sea terriblemente grande a que nunca llegar a conseguir mejorar y adquirir nuevas tecnologías.
Mientras tanto en el templo las nuevas unidades míticas aparecieron para reclutar.
No sin antes que debajo del dibujo del templo había una descripción pequeña, los soldados humanos tienen una pequeña probabilidad de aparecer como sombras del hades.
Y de ahí esta nueva unidad mítica parecía la figura de una persona cubierta con una túnica con capucha andrajosa que levitaba un poco y de armas poseía dos hoces afiladas.
Después de terminar de leer la nota, fue a las unidades míticas nuevas.
La primera en ver fue la mantícora, cuerpo de león, rostro de hombre, cola de escorpión que desprendía púas afiladas y que disparaba con rapidez y precisión.
Alas de murciélago y todo su cuerpo era de color rojo sangre profunda y en su lomo tenía placas parecidas a las de un escorpión tenía rastros o manchones azules.
La otra unidad era la hidra, tiene un cuerpo gris y alargado con cabeza de dragón, pero su habilidad especial es que cuando más mata más cabezas le sale con un máximo de cinco.
Desde su nuca hasta la zona de su cintura tenía protuberancias de color azul.
La última nueva unidad mítica sería el león de nemea, de piel y melena dorada con mechones azules.
Este león tiene una piel impenetrable y con su habilidad especial es soltar tal rugido que aturde a sus enemigos.
Tal como lo hace Rexes.
Arkon ahora al tener mucha libertad sobre sus tropas, de forma automática comenzó a imaginar soldados o arqueros arriba de los leones de nemea, una caballería pesada o de asalto o de emboscada.
A las hidras y mantícoras podrían hacerles armaduras ligeras para tener un poco más de defensa.
Pronto llegó la noche, el cielo nocturno de las tierras baldías era hermoso, pero no como las tierras de debajo.
Estás tierras estaban tranquilas de momento no como al este.
En las tierras de karak ocho picos, el clan luna sombría gobernaba la ciudad enana, pero esta no estaba durmiendo como pocas ciudades de estas tierras.
Sus almenas estaban encendidas, los goblins nocturnos se movían de un lado a otro, grandes arañas y pequeñas se trepaban o actuaban como torres de flechas.
Los lanzadores de goblins ya estaban calibradas, los orcos salvajes y grandotes orcos estaban preparados.
Los trolls ya estaban esperando para pelear.
Pero antes de que siquiera un pájaro pudiera irse, las murallas de piedra enana fueron atacadas.
Grandes pedazos de piedra, pieles verdes y polvo empezaron a volar y caer al suelo.
El ejército enano de martillo de hierro, Belegar, había venido a conquistar esta antigua tierra enana, y lo haría arrancándole la cabeza al patético goblin de Skarsnik el caudillo goblin nocturno.
Aprovechando el elemento sorpresa, los cañones enanos apuntaron las torres de defensa y de tiros certeros las inhabilitaron.
Pocos después apuntaron a la puerta enana fortificada pero aun así cayó contra los proyectiles de acero y pólvora.
Los trolls de piedra esperaron sedientos de sangre, pero los soldados cuerpo a cuerpo enano no vinieron.
Decenas y decenas de explosiones resonaron en la zona de la puerta, poco después los rompedores de hierro avanzaron a paso rápido a luchar.
Y por arriba de su cabeza escuchaban como rozaban las balas de sus camaradas de batalla.
Los girocopteros fueron directos a la artillería goblin y podían sentir como las flechas chocaban con el metal de la aeronave, pero aún así no pudieron evitar su destino.
Por todos los lados de la ciudad Karak Ocho Picos había batalla, el metal chocando, los disparos, las explosiones, goblins, orcos y enanos volaban por igual, tanto por ataques como por impacto de artillería.
Los dracohierros enanos lanzaban fuego que se quedaba pegado en la piel de los pieles verdes y sus monstruos de ochos patas y esos apestosos trolls.
Devuelta en Eunomia Nova, Arkon estaba en sus aposentos con el torso descubierto, tenía moretones y rasguños por todo el cuerpo, tanto por el entrenamiento como el combate grande antes del mediodía.
Al lado suyo estaba Rexes, quien disfrutaba como su jinete acariciaba su cabeza, pero no dejaba de mirar los picos de esas montañas.
"disfrutemos mientras podamos amigo, porque mañana vamos a conquistar esta provincia y erradicaremos los pieles verdes de aquí." Dijo Arkon.
Él observaba detenidamente la ciudad de Eunomia Nova, incluso a esta hora los aldeanos seguían construyendo y los guardias no sentían ni un ápice de cansancio.
El vio a lo lejos como entraban alargados carros de madera y minerales siendo resguardados por pegasos jineteados por hipaspistas.
Por alguna razón la zona de su gobierno o territorio no sentían el frío o el calor, como si ignoraran las duras condiciones de las tierras baldías.
"me pregunto… si el resto de señores legendarios comenzaron como yo… ¿podré hacerlos entender mí miedo al caos?" dijo estas últimas palabras en voz alta.