Cherreads

Chapter 12 - 12

Una enorme pila se alzaba mientras un sonido triste resonaba desde el violín del señor de la isla del oso, la canción era lo único en lo que podía pensar, mientras observaba las llamas lamiendo la pira donde su amigo. Se sentía culpable. Dudaba. Sentía asco de sí mismo.

¿Por mi culpa murió Boris? ¿Si hubiera sido más precavido hubiera cambiado algo? Vio a Euron y reconoció sus intenciones, pero su cuerpo no pudo reaccionar. Estaba seguro de que, si hubiera actuado con más cautela, Boris no tendría que haberse sacrificado.

Fue su orgullo y su ignorancia lo que lo llevaron a ir frente a Euron, nunca pensó que alguien que estaba rodeado pudiera actuar de esa forma, fue su estúpido orgullo en su victoria lo que lo segó ante esa posibilidad, ahora su amigo era incinerado por haberlo salvado. Se sintió justificado al separar la cabeza de Euron Greyjoy de su cuerpo con las manos desnudas. Estas acciones, pensó, estaban justificadas.

Secándose los ojos y con la nariz ligeramente mocosa después determinar de tocar la canción luchó por resistir su determinación. Aún queda trabajo por hacer.

—— Los hombres buenos lloran, pero los grandes lloran después de terminar el trabajo ——. Su ambición al embarcarse a esa guerra fue grande. Boris, por desgracia, fue víctima de esa ambición, así como muchos otros.

De regreso al campamento donde los hombres celebraban la toma de la isla, sus hombres y la mayor hueste lo colmaron de elogios y adulaciones. Para ser honesto consigo mismo, sintió orgullo, aunque le molestó que se le conociera primero como el Carnicero de Harlaw antes que como un hombre de gran inteligencia. Por alguna razón, ¡eso le sentó fatal!

—— ¡Mi señor Dante! —— dijo un señor ebrio, tambaleándose, visiblemente borracho.

—— ¿Dónde has estado? ¡Los hombres te esperaban con ansias para que vinieras a contar las historias de cómo mataste a Andrik el Grave! —— gritó, más que decir. Un gran rugido surgió de los hombres que los rodeaban, alzando sus copas de cerveza e hidromiel.

—— ¡Yo estuve allí, Derribó al gigante con su poderosa espada, ¡destrozando el mismo suelo que pisábamos! ¡El Oso Rojo! —— Dijo un habitante del oeste, provocando un rugido del público.

—— Él solo aplastó a la mitad de su ejército, apuñalando y matando, cantando una de esas canciones suyas. ¡Vi a los Hombres de Hierro mojándose al verlo! ¡Huyendo! ¡Hacia el Oso Rojo! ——

Se armó otro rugido y se desató otra ronda de copas. Decir que a Dante le pareció vergonzoso era quedarse corto. Lo empujaban de un lado a otro, le ponían copas de vino en las manos.

Buscando una salida, vio con el rabillo del ojo en Barristan haciéndole señas para que lo siguiera. Sin dudarlo, aprovechó la oportunidad y fue tras el hombre mayor, no sin recibir palmaditas en la espalda de los transeúntes. Entró en la tienda de Lord Barristan y lo encontró sentado a una mesa modesta, con dos copas.

—— Siéntese, señor Dante. Ha sido un día largo —— dijo con ese tono siempre respetuoso que le caracterizaba. Ahora sentado, Dante se dio cuenta de que se sentía aliviado por el silencio. No se había dado cuenta de lo cansado que estaba. No hacía mucho que había estado por aumentar los ingresos de su familia, después de todo. Ahora estaba en una guerra con incontables muertes en sus manos, había perdido hombres y un gran amigo.

—— ¿Cómo te sientes, querido muchacho? —— preguntó Selmy con tono paternal. Reprimiendo una mueca, Dante se permite ignorar el hecho de que lo llamen niño, otra vez.

—— Estoy... bien, de verdad. No fue mi primera batalla, solo fue la primera vez que pierdo a alguien tan cercano, así que es normal que esté conmocionado, supongo —— dijo Dante mirando al techo te la carpa.

—— Lo siento por tu amigo. Era un buen hombre. No merecía morir así ——

—— Gracias, Ser Barristan. Lo vengué. El me salvo la vida, no pude evitar que muriera, pero vengué su muerte ——respondió Dante, conteniendo una lágrima.

—— ¿Estarás bien, muchacho? —— le preguntó Barristan con preocupación. Era un chico que acababa de perder a un ser querido en combate. Al fin y al cabo, las primeras muertes siempre son las más difíciles.

—— He matado desde que tengo nueve años sr Barristan. No soy un niño desde hace un tiempo y hoy he matado al menos a cien hombres, creo que también deje de ser humano —— Dijo Dante con los ojos fríos en su copa. Las palabras salieron como un rayo, sin poder contenerse.

Selmy asintió con pesar y entendimiento —— Claro, lord Mormont, no quise ofenderlo. ¿Le llamo entonces el Oso Rojo? ¿O prefiere el Oso Cantor? Me está empezando a gustar este último —— Dante no pudo evitar reírse, rompiendo la tensión.

—— No soy un oso cantor —— replicó con fingida ofensa en su rostro.

—— Bueno, en su defensa, sí que cantas canciones bonitas, habrá que apartar a las mujeres de ti —— respondió Barristan, riendo.

—— Gracias, Sr Barristan, me retirare a mi carpa, necesito descansar —— dijo Dante mirando fijamente a los ojos del caballero que asintió comprendiendo. Pues los ojos del muchacho parecían mucho mayores de lo que debían ser. Por un instante, Selmy creyó ver a un hombre en su adultez frente a él y no el joven que sabia que era.

[...]

Una semana y media después, estaban listos para navegar hacia Pyke. Stannis había aplastado una débil resistencia en la Bahía de Gran Wyk, antes de sofocar sin piedad cualquier atisbo de resistencia. Dante había enviado a los heridos de vuelta a la Isla del Oso junto con los objetos de sus camaradas caídos. De los 1000 que habían quedado con el habían perdido solo 54, 55 si contaba a Boris.

Envió una carta a su abuela junto con la espada de su amigo y algunos tesoros que había saqueado de los Drumms. Había pensado enviar a Garra Larga de vuelta a su hogar, pero decidió posponerlo, ya que el conflicto con los Greyjoy aún no se había resuelto.

El viaje a Pyke fue mucho más corto que el de Old Wyk, ya que los últimos focos de resistencia estaban siendo sofocados en las Islas del Hierro. En cuanto a la Rebelión, la toma de Pyke fue una mera formalidad. El rey ya había sitiado el castillo, y estaba previsto que cayera en cuestión de días.

Dante sería uno de los primeros en entrar en la brecha, así que, en honor a su camarada caído se decidió hacer lo que se suponía que debía hacer con toda su furia.

Las armas de asedio golpeaban el castillo de Pyke sin parar desde hacía horas. Ya habían aparecido grietas considerables en las murallas. Normalmente, se habría realizado una incursión para sabotear o dificultar el avance de los trabuquetes, pero Pyke estaba en sus últimas. Llevaban tiempo asediados por el ejército del rey.

Lentamente, pero con seguridad, todos los aliados y ejércitos de los Greyjoy han sido aniquilados o se han doblegado ante el legítimo rey de los Siete Reinos. La Casa Drumm estaba prácticamente extinta, la Casa Harlaw no tenían como apoyar o siquiera la voluntad.

Así que era cuestión de tiempo antes de que la Rebelión fuera sofocada. Rendición o muerte, la Casa Greyjoy se doblegaría. Mañana, el Ciervo Baratheon será izado en lugar del kraken de los Greyjoy.

Dante esperaba pacientemente en el frente, con sus hombres detrás, sabiendo que este era el último obstáculo antes de que terminara este derramamiento de sangre sin sentido. Lord Stark había intentado disuadirlo de participar, había dicho que ya era suficiente, que había contribuido mucho, que merecía descansar. Dante lo veía diferente, después de todo, casi había terminado. Pronto podría dejar este lugar caluroso, miserable para regresar al clima dulce y frío de la Isla del Oso, donde podría ver a la gente que atesoraba de nuevo.

Como si fuera una señal, una roca particularmente grande se estrelló contra la torre de vigilancia principal, causando que apareciera en ella una grieta masiva, antes de que dicha grieta se extendiera hacia arriba y hacia los lados, derribando una parte sustancial de los muros del magnífico castillo.

La hueste invasora rugió, con la victoria ya al alcance de la mano. El rey ordenó a sus hombres avanzar y tomar la fortaleza, liderando personalmente a las tropas de las Tierras de la Tormenta en la batalla. Dante no perdió un segundo y con un rugido de Titan cargó con sus hombres tras él, dirigiéndose hacia la brecha. Vio a Thoros de Myr al fondo, cabalgando hacia la refriega, con la espada llameante en alto, gritando como un loco.

Pero el Hombre Oso llegó primero al castillo, donde lo recibieron con lanzas y espadas. Con su arco de confianza en su mano empezó a distribuir muerte en rápida sucesión para asombro de los que no lo habían visto usar el arco, cuando las flechas se acabaron pudo bajar de su montura de forma seguro pues los principales lanceros tenían flechas en sus ojos, tomando su lanza con fuerza la arroja con una precisión digna del mejor guerrero para clavarla en la cabeza de un arquero que murió al instante. Tras él, sus hombres entraban en formación dejando el suelo tendido de muertos, entonando una extraña canción de guerra sobre la destrucción de los Hijos del Hierro.

Un oponente que cantaba era algo que, al parecer, podía ser bastante desmoralizante. A los Hijos del Hierro que defendían el castillo, hombres corpulentos con buenas armaduras y armas le cantaban un himno a la muerte, una última canción de cuna para apaciguarlos. Los valientes respondieron a gritos y atacaron al enemigo, mientras que los cobardes huyeron. Los astutos, por pocos que fueran, se rindieron.

Dante seguía siendo la punta de la lanza, desgarrando a los enemigos, su espada tejiendo una red de sangre y vísceras mientras se dirigía a la Torre del Señor, donde se encontraba la sala del trono. La batalla fue en realidad una repetición de la masacre de Old Wyk, solo que con menos calidad para compensar la cantidad de hombres arrojados a la picadora de carne. Podía ver a Thoros riendo a carcajadas, blandiendo su espada larga llameante contra el atemorizado enemigo.

La batalla fue feroz, y muchos hombres valientes cayeron, pues los Hijos del Hierro parecían decididos a luchar hasta el último hombre. Algunos insensatos corrían hacia Dante para encontrar la muerte, solo para que otros ocuparan su lugar poco después. El joven señor estaba en ese momento cubierto de sangre mientras esquivaba con elegancia y precisión a cada enemigo que se acercara para matarlos rápidamente, la furia en sus cortes hacía honor a su nuevo apodo. Avanzando a toda velocidad, finalmente entraron en el gran salón donde se encontraba la sala del trono.

—— ¡Ríndete, Balon Greyjoy, en nombre del rey Robert Baratheon! ¡Esta locura ya ha durado demasiado! —— exclamó Dante en voz alta con su escudo en alto y un contingente de 50 soldados formados en la falange, no confiando en que el señor de las islas del hierro fuera lo suficientemente inteligente para rendirse.

—— ¿Y quién eres tú para hablarme así, groenlandés? —— replicó el señor, escupiendo.

—— Soy Dante Mormont, el Oso Rojo. La pesadilla de la casa Drumm. El Carnicero de Harlaw. Respiras solo porque el rey así lo ordenó, pero eres bienvenido a morir si así lo decides —— respondió el joven, con una lanza preparada. Los hombres presentes retrocedieron un paso, tras escuchar las desgarradoras historias del joven señor que venció a Andrik el Severo en combate singular.

—— ¡Tú! ¡Mataste a mi hermano! —— exclamó Balon con un brillo de locura en los ojos.

—— ¡También a tu hijo por si no recuerdas, si no te rindes serás el siguiente!, No lo repetiré. Depongan las armas, ríndanse y que no haya más derramamiento de sangre hoy. ——respondió Dante con calma, pero en el fondo imploraba que el hombre que inicio todo ese conflicto no se rindiera y tuviera una razón para golpearlo.

Lentamente, los hombres miraron a su alrededor. Estaban acorralados en una habitación con una sola salida, bloqueada por un demonio y su ejército demoníaco. Sabían que se había acabado la fiesta. Uno a uno, dejaron caer la espada y el hacha, mostrando sus manos vacías en señal de rendición.

—— Al menos no son tan estúpidos, ¡Esta rebelión ha terminado! ¡Se hizo justicia al rey! ¡Arréstenlos y despójenlos de sus armas! —— dijo Dante, alzando a Garra Larga en señal de victoria. Los hombres en la habitación y el salón tras él rugieron en respuesta, contentos de haber sobrevivido a este terrible conflicto mientras procedían a poner de rodillas a todos los rebeldes.

Aproximadamente media hora después, todos sus enemigos estaban encadenados, con Balon arrodillado a su lado, sentado en el trono del Señor Segador, esperando la llegada del rey. Tres horas y ciento diez hombres. Ese fue el precio por asaltar esta roca húmeda y abandonada. Algún loco había decidido que quería más poder, lo que causó el sufrimiento de decenas de miles.

Removiéndose incómodo en la silla, sintió cientos de ojos fijos en él. Levantó la vista y vio a los hombres observándolo con adoración. Algo de ella estaba teñido de miedo, comprensiblemente. Era solo un niño a sus ojos, pero había luchado como un oso pardo desquiciado, eliminando a cientos, dejando a su paso muerte y desolación. Ya se cantaban canciones en su nombre. Canciones de un oso con armadura de acero, que llegó a la Isla de Hierro para impartir justicia al rey.

—— ¡Abran paso al rey! —— oyó mientras el mar de soldados se abría paso para dejar entrar al corpulento rey al gran salón. Parecía... regio, vestido con una armadura negra y dorada, sosteniendo un gran martillo de guerra en la mano derecha. Stark y Selmy estaban a su lado, al igual que muchos otros grandes señores. Uno en particular que no sabia que se habia unido la batalla estaba presente, una cabellera rubia y unos penetrantes ojos verdes que lo miraron con intensidad no disimulada, por la descripción sabía quién era, Tywin Lannister.

—— ¡Mi rey! Pyke es tuyo! —— dijo Dante inclinando la cabeza ante el rey.

—— Lo sé, Mormont estuve allí cuando la tomaste para mí. Fue una lucha muy sangrienta. —— respondió el rey con ironía, pero estaba visiblemente impresionado por las acciones del joven señor.

—— Solo hice lo que me ordenó, su excelencia —— respondió Dante con humildad.

—— Eso hiciste, muchacho ¿Y quién es este? —— respondió Robert, mirándolo con cariño. preguntó, señalando al Greyjoy atado. Era, obviamente, una pregunta retórica.

—— El señor de Pyke, su gracia. Se ha rendido a la justicia del rey ——

—— Oh No puedo decir que me impresione. Así que eres el canalla que empezó los problemas en mis reinos, ¿eh? ¿Qué se siente ser un quebrantador de juramentos, perro? —— respondió Robert, mirando al viejo señor con desdén. preguntó, poniendo su bota sobre el hombro del señor arrodillado.

—— Llámame como quieras, pero no rompo mis juramentos. Ningún Greyjoy ha jurado lealtad a un Baratheon. Puedes quedarte con mi cabeza, pero no insultes mi honor —— Balon lo miró, con un asco manifiesto en su rostro

Varios soldados intentaron sacar sus espadas ante tal falta de respeto, pero el rey los detuvo con una mano alzada. Riendo entre dientes. —— Tienes agallas para dirigirte a mí así, calamar. Debería cortarte la lengua por esto —— Balon levantó la vista, usando su rencor para ocultar su miedo.

—— ¿Y ahora qué haré contigo? —— preguntó, frotándose la barbilla, pensativo.

—— Han alzado sus ejércitos y perturbado la paz del rey, Robert. Hay que hacer justicia, por el delito de traición, la pena de muerte es el castigo adecuado, ya sea por la espada o por la cuerda —— dijo Stannis. Robert asintió mientras su hermano menor hablaba, considerando sus palabras.

—— ¿Ned? —— preguntó, volviéndose hacia su mejor amigo. El Guardián del Norte lo observaba pensativo.

—— Está derrotado, Robert. Su flota ha sido incendiada, sus ejércitos derrotados, su fortaleza saqueada. Ha aprendido lo que significa alzarse en armas contra tu poder. Que te preste juramento y que esta guerra sin sentido termine. Ya se ha derramado suficiente sangre. No añadamos más, amigo. —— Los demás señores, especialmente Tywin, no parecieron contentos con la sugerencia, pero comprendían el honor que implicaba. Stannis intentó protestar, pero Robert lo interrumpió.

—— ¡Tienen muy buenos argumentos, maldita sea! —— dijo con frustración en la voz.

—— Robert, yo... —— empezó Eddard.

—— Estoy pensando, Ned. ¡Silencio! —— dijo el rey alzando la voz, haciendo estremecer a su amigo.

—— ¡Mormont! —— gritó Robert a un Dante que ya estaba retirando aun rincón, pues su presencia no era requerida, o eso creía.

—— Sí, ¿su gracia? —— preguntó, curioso por saber por qué lo llamaban.

—— ¿Qué te parece, muchacho? —— pregunta Robert, apartándose de Balon para mirarlo.

—— Su gracia, no creo... —— comenzó Dante, pero fue interrumpido por un gruñido de Robert.

—— Tomaste el maldito castillo, capturaste al maldito perro, ¿cómo lidiarás con esto? —— dijo el rey, empezando a sonar impaciente.

—— ¡Ah, qué maldito dolor de cabeza! —— pensó Dante pues ya sentía la mirada de los poderosos Lords de Poniente, si decía algo incorrecto seria perjudicial para el y sus tierras.

—— La Casa Greyjoy es una Antigua Casa de Poniente y gobernó las Islas del Hierro durante siglos. Sin embargo, Lord Balon rompió la paz en vano. Este es un crimen que no puede quedar impune. Sin embargo, aniquilar a una gran casa desestabilizaría aún más las Islas del Hierro, algo que no queremos —— se sintió hipócrita al decir eso pues había exterminado a la línea principal de los Harlaw.

—— Así que mi propuesta es enviar a lord Balon y a sus hermanos a la muralla y tomar a su último hijo con vida como pupilo para enseñarle costumbres más civilizadas, Su esposa podría liderar mientras Theon Greyjoy es prisionero —— dijo Dante

—— Así tendremos una gran casa que apoye a la corona y el futuro de la Casa Greyjoy estará asegurado. Al menos, eso es lo que creo, su excelencia —terminó Dante. El rey lo miró pensativo. Tras unos instantes de reflexión, asintió.

—— Muy bien, pequeño Mormont, haremos lo que dices. Ned, protegerás a Theon Greyjoy hasta que alcance la mayoría de edad, y hasta entonces Alannys Harlaw, será el administrador de las Islas del Hierro —— Robert declaro antes de que dirigiera su mirada hacia Balón.

—— Y tú, perro, tú y tus hermanos estáis despojados de todos los honores y títulos y condenados a servir en la Guardia de la Noche desde este día hasta vuestra muerte, así lo dice el rey, Robert Baratheon, primero de su nombre, Gobernante de los siete reinos —— El antiguo señor parecía haber envejecido veinte años en un minuto, con el rostro ceniciento y las manos temblorosas.

—— ¡Esto no es justo! Su excelencia, no puede... —— dijo, retorciéndose mientras los guardias lo sujetaban.

—— Puedo, y lo hice, Greyjoy. Alégrate de poder conservar la cabeza. Oí que a Mormont de allá le encanta cortarlas —— lo que le valió una mirada de disgusto de Dante. Eso lo calmó rápidamente, aunque había comenzado a sollozar.

—— Sácalo de mi vista —— ordenó el rey, haciendo un gesto para que el hombre que lloraba se fuera.

—— Vamos, hijo, ¡Tomemos un poco de ese Whisky tuyo! ¡Siempre tengo sed después de una buena pelea! ——dijo el rey, dirigiéndose a Dante, rugió, riendo a carcajadas mientras se alejaba con Dante entre su poderoso brazo, el Mormont parecía avergonzado de que rey lo tomara como un niño y lo sacara arrastras.

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