Cherreads

Chapter 175 - Capítulo 19: La Voz del Títere en el Escenario Global

Las provincias de las praderas canadienses se extendían infinitas bajo el sol, un mar de oro y verde que pasaba a supervelocidad fuera de las ventanas blindadas del vehículo de mando. Dentro, la atmósfera era de tensión contenida. El Presidente de Canadá se preparaba para su discurso en vivo, un acto de teatro político orquestado por la mujer sentada tranquilamente a su lado. Kaira, con los ojos ahora completamente recuperados de su brillo rojo, supervisaba los preparativos, su mente analítica asegurando que cada detalle de la farsa se desarrollara sin fallos. Bradley estaba presente, una figura silenciosa y vigilante, listo para actuar si algo salía mal.

Se encontraban en un puesto de mando temporal, establecido en una base militar de camino. Las cámaras y equipos de transmisión estaban listos, operados por técnicos militares (bajo sutil influencia o simplemente siguiendo órdenes). El Presidente ajustó su corbata, su rostro una máscara de seriedad presidencial, aunque Kaira podía sentir la mezcla de miedo, resentimiento y extraña resignación bajo la superficie.

—Estamos listos, Presidente —dijo una técnica, con voz profesional.

El Presidente asintió, se sentó frente a la cámara, y comenzó a hablar.

—Compatriotas canadienses —su voz, proyectada a millones, sonaba firme y tranquilizadora, el tono perfecto de un líder en tiempos de crisis—. Me dirijo a ustedes hoy para hablar sobre la operación militar a gran escala que está en curso. Como saben, la situación en Europa del Este ha escalado drásticamente. La crisis humanitaria es inmensa y la estabilidad regional está en grave peligro.

El discurso continuó, utilizando la narrativa acordada con Kaira. Fue un discurso un poco largo, diseñado para sonar completo y convincente.

—Canadá, fiel a sus valores de compasión y paz, no puede quedarse de brazos cruzados —declaró el Presidente—. Junto con nuestros aliados internacionales, hemos decidido participar activamente en una misión de estabilización y ayuda humanitaria a gran escala en la región afectada.

Habló de la necesidad de proteger intereses estratégicos, de contribuir a la seguridad global, de la profesionalidad y el heroísmo de las Fuerzas Armadas Canadienses que estaban respondiendo al llamado del deber. Dio detalles cuidadosamente seleccionados sobre la movilización, las unidades implicadas (sin mencionar el destino real: Rusia), el apoyo logístico y la coordinación internacional (la "coalición fantasma" que Kaira había justificado mentalmente).

—Esta operación es compleja y requiere una logística sin precedentes para nuestro país —explicó, su tono se mantuvo sereno—. Mi gobierno está trabajando incansablemente para asegurar que nuestras tropas tengan todo lo que necesitan para cumplir su misión con éxito y regresar a casa sanas y salvas. Pido su apoyo y su confianza en estos tiempos difíciles. Mantendremos informada a la nación a medida que la situación evolucione. Gracias y que Dios bendiga a Canadá.

El discurso terminó. El Presidente se permitió un suspiro apenas audible mientras las luces de la cámara se apagaban. Kaira sintió una oleada de pensamientos aliviados y profesionales de los técnicos y militares presentes. La fachada se mantenía.

No pasaron muchos minutos. Mientras el Presidente bebía un vaso de agua y Kaira observaba los monitores recogidos, el teléfono celular en el bolsillo interior del Presidente vibró. Un sonido discreto. Era un teléfono seguro, para comunicaciones de alto nivel.

El Presidente lo sacó, su expresión cambió al ver el remitente y el contenido. Kaira, con su visión mejorada y su mente aún conectada sutilmente a la suya (lo suficiente para leer información si era urgente, sin ejercer control total), también vio el mensaje.

El remitente era OTAN. El mensaje era corto y brutalmente directo.

OTAM:

Mensaje Urgente. Respecto a su operación. Si ustedes llegan a fallar y Japón los toma como enemigos, la Alianza no intervendrá para ayudar a Rusia en ese conflicto específico. La Alianza prioriza la defensa de sus miembros directos ante agresiones. Procedan con extrema cautela.

Una helada recorrió la espina dorsal de Kaira. El Presidente, al leerlo, palideció visiblemente. La OTAN no solo estaba al tanto de la movilización canadiense (o al menos sospechaba lo suficiente como para enviar una advertencia), sino que dejaba claro su postura: no se sacrificarían por Rusia si la "operación humanitaria" de Canadá salía mal y provocaba una respuesta japonesa directa contra un miembro de la OTAN. Era un cálculo frío y una advertencia escalofriante. Su operación estaba siendo observada en el escenario global.

Pasan 4 días después del mensaje de la OTAN. La inmensa columna militar continuaba su viaje a través de las vastas provincias canadienses. Ciudades, montañas, llanuras, ríos… todo pasaba mientras miles de soldados avanzaban hacia un destino desconocido para la mayoría de ellos. Kaira y Bradley viajaban con el puesto de mando, Kaira manteniendo su red de influencia, Bradley vigilando al Presidente y el entorno. El viaje era largo, agotador y requería una logística constante.

Después de varias semanas de viaje incesante, la fuerza militar comenzó a acercarse a su destino en Alberta. El paisaje familiar de los bosques y las estribaciones de las Montañas Rocosas comenzó a perfilarse en el horizonte. Habían cruzado un continente.

La llegada a la zona designada para la nueva base militar fue un evento masivo. Los convoyes se desviaron de las carreteras principales, adentrándose en una vasta área preparada, deforestada y con estructuras temporales en proceso de construcción. La base canadiense, establecida bajo las órdenes del Presidente, tomaba forma cerca de la ubicación secreta de Nora.

Kaira, Bradley, y el Presidente (transportado discretamente por Bradley en la fase final para evitar ser visto llegar con el grueso del ejército) se dirigieron a pie a través del bosque, un corto camino que Kaira recordaba bien. La familiaridad del aire del bosque de pinos era un marcado contraste con el ambiente estéril y militar que acababan de dejar.

Allí estaba Nora, la Tortuga Viviente, santuario y arma, corazón de una revolución que apenas comenzaba a latir.

Salieron de la entrada camuflada. Ryuusei estaba allí, esperándolos. Su figura enmascarada era una presencia tranquilizadora y formidable en el claro del bosque. No estaba solo; Aiko y Volkhov estaban a su lado, con las caras tensas pero expectantes. Detrás de ellos, se veían figuras de los otros miembros del equipo – Arkadi, Amber Lee, Brad, Kaira, Chad, Bradley, Ezequiel – su entrenamiento evidentemente en progreso.

El alivio recorrió a Kaira y Bradley al verlos a todos seguros. Habían tenido éxito. Habían traído la llave para la siguiente fase.

Sin dudar, Bradley aceleró ligeramente, llevando a Kaira consigo. Se detuvieron frente a Ryuusei. Por un instante, las formalidades se rompieron.

—¡Maestro!— exclamó Bradley, una rara muestra de emoción abierta.

Kaira, con una sonrisa genuina (y rara) en su rostro, asintió. —Estamos de vuelta, Ryuusei. Misión cumplida.—

Se acercaron a Ryuusei. Y entonces, se dieron un abrazo. No un abrazo largo o efusivo por parte de Ryuusei, pero permitió que ambos se acercaran, un gesto silencioso de reconocimiento y aprecio por su éxito y su regreso seguros. Bradley lo abrazó con más fuerza, un abrazo rápido pero sincero. Kaira, más reservada, lo abrazó brevemente, un momento de conexión silenciosa entre líder y subordinada que había madurado inmensamente.

—Han hecho un excelente trabajo—dijo Ryuusei, su voz era calmada, reconociendo la magnitud de su éxito.

Después del reencuentro, entraron a descansar dentro de Nora. La familiaridad del interior orgánico de la Tortuga Viviente se sintió como un refugio bienvenido después de las semanas en la carretera con un ejército. Podían sentir el pulso vital de Nora a su alrededor. Otros miembros del equipo se acercaron para saludarlos, mostrando preocupación por su estado y curiosidad por el viaje.

Pero la tarea más importante esperaba. El Presidente de Canadá fue traído desde donde lo había dejado Bradley, todavía bajo custodia pero ahora en el santuario seguro de Nora.

La escena culminante del capítulo tuvo lugar en una de las salas más grandes y bien iluminadas de Nora. La atmósfera era eléctrica, cargada por la historia, el poder y el destino.

En un lado, estaba Kisaragi Ryuusei. Enmascarado, en el centro de su base viviente, el líder de los marginados que había desencadenado un conflicto global y había orquestado esta audaz manipulación.

En el otro, estaba el Presidente de Canadá. El líder de una nación del G7, ahora rehén, pero un rehén que había roto el control mental, negociado su cooperación bajo coacción, y cumplido su parte de un acuerdo forzado. Su rostro mostraba la tensión del viaje, la humillación del cautiverio, y la gravedad del momento.

Bradley y Kaira estaban cerca, testigos silenciosos de la cumbre que habían hecho posible.

Los dos líderes se miraron a través de la sala. El silencio era total, roto solo por la respiración contenida. Dos mundos colisionando. El poder clandestino frente al poder institucional.

Ryuusei rompió el silencio primero, su voz resonó con autoridad tranquila.

—Presidente—dijo Ryuusei.

El Presidente se mantuvo erguido, a pesar de las circunstancias. Su mirada era desafiante.

—Así que tú eres… Kisaragi Ryuusei —respondió el Presidente. No era una pregunta, era un reconocimiento. El hombre que había dictado su destino reciente.

More Chapters