*THYRA*
Estaba observando los combates restantes en la arena, sin prestar mucha atención a nada en particular. Mi equipo se había retirado a las bancas de descanso, todos molestos, cansados y visiblemente aturdidos por lo que yo había hecho sola. Podía sentir sus miradas, pero preferí no hacer caso. No me importaba, no lo hacía para recibir elogios. Era parte de las reglas, y a veces la única forma de asegurar mi avance era no dejar que nada me frenara.
Un joven de mi equipo, que había salvado hace unos momentos durante el combate, se acercó a mí. Agradeció que lo hubiera salvado antes, pero solo asentí y le resté importancia. No había necesidad de palabras innecesarias. Mi atención regresó rápidamente a la arena, donde los combates continuaban.
Pero algo cambió. Algo me llamó la atención en medio de la batalla. En el centro de la arena, un hombre se movía a gran velocidad, envuelto en llamas y blandiendo una lanza con una destreza impresionante. Mi mirada se fijó en él al instante, mientras una sensación extraña me recorría el cuerpo. Lo había visto antes.
Al principio no estaba segura, pero al observarlo más de cerca, pude recordar. Era él. El hombre que había salvado hace unas semanas durante el ataque de las bestias en el campamento de aventureros. El que estaba casi muerto, gravemente herido por los minotauros. Ahora lo veía mucho mejor, se veía como nuevo, más fuerte y más decidido. El daño que había sufrido parecía haberse transformado en algo más. No solo había sanado, sino que parecía que las heridas lo habían transformado en una versión mucho más poderosa de sí mismo.
Me quedé observándolo, mi mente divagando. ¿Había sido mi intervención lo que lo había ayudado? Después de todo, le había dado algo de mi mana para salvarle la vida. Era posible, pensaba, que al haberle entregado mi propio mana, incluso una pizca del poder del dragón que me habitaba, hubiera mejorado aún más. Algo en su mirada, en la forma en que ahora luchaba, me hizo pensar que esa conexión no había sido trivial.
No podía evitar preguntarme qué habría sucedido si no lo hubiera hecho. Tal vez su destino habría sido otro.
Dejando atrás mis pensamientos y teorías, volví mi atención a los combates que ya se estaban reduciendo. La mayoría de las peleas ya habían terminado, y el hombre con el que me había cruzado en aquel campamento, junto a su equipo, había ganado su encuentro. Lo observé caminar hacia nuestra dirección, su mirada perdida, como si estuviera examinando algo en su mano. No pude evitar preguntarme qué podría estar pensando, pero lo dejé ir. No era de mi interés.
Cuando llegó a las bancas donde mi equipo y yo nos encontrábamos, se detuvo y, por un breve momento, sus ojos se encontraron con los míos. Parecía sorprendido al reconocerme, lo que me hizo preguntarme si había sido tan obvia mi presencia entre los demás. No respondí de inmediato, solo levanté la mano en un saludo casual, sin mucho entusiasmo. No era como si le estuviera evitando, pero no tenía muchas ganas de socializar en ese momento.
"¡Eres tú!" dijo con sorpresa, su tono algo incrédulo. "Gracias por salvarme aquel día en el campamento. Estaba aturdido y no pude hacer nada. Cuando te pregunté tu nombre... no me dijiste nada, y simplemente te fuiste."
Por un momento, lo miré en silencio. Ya no sentía la misma urgencia de antes, no tenía que huir, ni tenía que esconderme. Así que decidí darle una respuesta simple.
"Thyra," respondí sin mucha emoción, observando cómo sus ojos se agrandaban un poco al escuchar mi nombre.
"Soy Aedric," dijo él, su voz firme. "De nuevo, gracias. No sé si habrías hecho lo mismo con cualquiera, pero lo que hiciste fue... algo que no olvidaré."
Lo miré un instante, pero no dije nada más. No buscaba ser reconocida por mis actos, pero a la vez, algo en sus palabras me hizo sentir que, tal vez, había hecho lo correcto al ayudarlo. Sin embargo, no era algo que pensara hacer con frecuencia. No me interesaba recibir gratitud ni enaltecer mis acciones.
"De nada," respondí brevemente, sin que mi voz mostrara mucha emoción. Aún sentía esa desconexión, esa barrera invisible que separaba nuestras realidades. Pero, a pesar de todo, había algo reconfortante en escuchar esas palabras de agradecimiento.
Sin darme cuenta, Aedric seguía hablando sin parar, elogiando cada uno de mis movimientos y habilidades mostradas en los combates recientes. Escuchaba su voz, pero no prestaba mucha atención a sus palabras. Lo veía como alguien que intentaba sacar conversación, pero me resultaba difícil conectar con él en ese momento.
"De verdad, eres increíble," continuó, sin dejar de sonreír. "Tu velocidad... en la pelea de hoy, y comparada con la de esa noche, es impresionante. Pareces tener más control de lo que la mayoría podría manejar. Aunque... me da la sensación de que te estás conteniendo bastante."
Me quedé en silencio por un momento, observando cómo sus ojos brillaban de admiración. No me molestaba que me elogiara, aunque no era algo que buscara. Era cierto, me estaba conteniendo, pero no iba a admitir que él había tocado un punto sensible. A veces sentía que si dejaba que mi poder saliera de manera descontrolada, podría hacer daño a aquellos que no lo merecían. Sin embargo, también sabía que no siempre podía mantenerlo bajo control, y lo más seguro era que mi verdadera fuerza ni siquiera se había mostrado.
"En esa ocasión... pensaba en matar," respondí, mi voz suave pero firme. "Y aquí... solo pensaba en distraerme y ganar la bandera. No tiene nada que ver con lo mismo."
Aedric me miró por un instante, como si intentara entender mis palabras. Parecía que la intensidad de lo que acababa de decirlo le causaba una ligera sorpresa. No era común que alguien hablara tan abiertamente de sus pensamientos oscuros en medio de una conversación casual, pero eso era lo que era mi realidad. Era mejor dejarlo claro, y quizás, de alguna manera, lo hacía porque no me importaba si él lo entendía o no.
"Supongo que eso tiene sentido..." dijo, un poco más cauteloso, como si no quisiera presionar demasiado. "Pero, en serio, hay algo en ti que no logro entender completamente. Pareces... diferente a todos los demás."
Lo observé un momento, buscando en sus ojos si había algo más detrás de esas palabras, pero no encontré nada que me indicara que lo entendiera en profundidad. "Eso es porque soy diferente," murmuré, más para mí misma que para él.
Aedric continuaba hablando, pero su tono había perdido algo de entusiasmo. Sus palabras se volvían más cautelosas, como si pensara en sus propias experiencias y lo que significaba para él estar en ese evento.
"Bueno... el evento ha sido impresionante, ¿no?" comenzó, con una sonrisa más tímida. "Pero he estado pensando en lo que realmente significa estar aquí. He estado entrenando mucho desde que nos encontramos aquella vez. He sentido cómo mi poder y habilidades han crecido, y creo que ahora tengo una mejor idea de quién soy, de qué puedo hacer."
Hizo una pausa, y por un momento, pareció perderse en sus pensamientos. Observé su expresión, y no pude evitar preguntarme si estaba pensando en su lugar en este mundo o en lo que quería lograr.
"Ah, y también escuché algo interesante," continuó, su voz bajando un poco. "Parece que algunas personas del consejo... los magos más poderosos del continente, están aquí observando. Están viendo a los mejores luchadores de este evento porque la tercera fase, la de clasificación, se llevará a cabo en las instalaciones de la base militar de la ciudad. Es un gran evento. Se dice que ahí es donde realmente se probará el nivel de cada uno de nosotros. Si sobresalimos, podemos ganar un mejor ascenso en nuestros rangos de aventureros, o incluso conseguir patrocinadores con poder político y recursos. Puede que hasta nos gane algo de renombre."
Mi atención se afiló. Ya sabía que los premios y el reconocimiento eran parte del evento, pero no tenía idea de que el consejo estaría tan involucrado. La noticia me hizo levantar una ceja, aunque intenté mantener mi expresión neutral.
"No me sorprende," respondí sin mucho ánimo, mirando la arena que aún se vaciaba lentamente de luchadores. "Eso ya me lo dijeron en el gremio, pero no sabían que el consejo estaría observando."
Aedric pareció sorprenderse un poco al escuchar mi respuesta. "¿En serio? Pues no es poca cosa. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Si alguien de nosotros consigue impresionar al consejo, las puertas del poder y la riqueza podrían abrirse. Las oportunidades serían... enormes."
Asentí levemente, sin mostrarme demasiado afectada. Para mí, esas oportunidades nunca fueron el objetivo.
"Supongo que algunos lo verán como una gran oportunidad," respondí, mi tono más suave, casi pensativo. "Pero, para mí, solo es otro paso más. Una oportunidad para seguir adelante."