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maid Rose is too pretty

Ruben_Joselito
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Synopsis
In a formidable, ice-hearted realm where medieval magic thrives and only women exist, the unassuming maid Rose toils in quiet obscurity. With her rosy hair and gorda form, she seems an unlikely figure to command attention. Yet, it is precisely her innocent timidity and pure heart that begin to uniquely captivate the powerful, aristocratic Asteria sisters, Lyra and Seraphina. These two formidable women, with their white hair and red eyes, are accustomed to fleeting amusements and the cold machinations of their world. But Rose, with her subtle aroma and profound vulnerability, makes them feel something entirely new. As their paths inextricably intertwine, Lyra and Seraphina, alone among the cold nobility, will uncover the hidden depths of Rose’s character. More astonishingly, they will unearth a secret lineage that promises to forever bind them to Rose in a passionate and fated embrace, irrevocably transforming their lives and the very fabric of their magical world.
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Chapter 1 - Chapter 1: The Weight of Expectations

La niebla de la mañana todavía se aferraba a las antiguas piedras de la finca Asteria, pero en el interior, el meticuloso caos habitual de la partida estaba en pleno apogeo. Entre la oleada de figuras esbeltas, Rose se movía con una diligencia tranquila, casi imperceptible, con su cabello rosado de un tono suave, casi descolorido, contra el blanco nítido de su delantal. Estaba, como siempre, unos pasos por detrás de los demás; su figura ligeramente regordeta y unas cuantas pecas no lograban atraer la atención en una casa acostumbrada a líneas elegantes y aristocráticas.

"Rose, ¿esas carteras están empaquetadas correctamente? "No me digas que has vuelto a perder la mezcla de té preferida de Lady Lyra" La voz pertenecía a Lady Seraphina Asteria, la hermana mayor de Lyra, su tono era fresco y distante. Seraphina, una visión de gracia madura con cabello blanco como el hielo y penetrantes ojos rojos, estaba junto a la entrada del carruaje, observando a las criadas con un ojo crítico. Ella no esperaba una respuesta, sólo un gesto de cumplimiento.

Rose hizo una reverencia y sus mejillas se colorearon ligeramente. -No, Señora Seraphina. "Todo está contabilizado." Ajustó la correa de un pesado baúl de cuero, con las manos sorprendentemente fuertes a pesar de su apariencia modesta. Mientras otras criadas revoloteaban, arreglando prendas delicadas o seleccionando joyas preciosas, Rose se encargaba de las tareas más voluminosas y menos glamorosas. Dobló las botas de montar de Lyra con un cuidado que rayaba en la reverencia, puliendo el cuero ya brillante hasta que reflejó su propio reflejo sincero.

Lady Lyra Asteria, también de pelo blanco y ojos rojos, pero con el aire más impetuoso de la juventud, se burló desde el interior del carruaje. —Sinceramente, Serafina, esperas demasiado de la ayuda. Especialmente *este*." Su mirada parpadeó hacia Rose, una mirada desdeñosa. "Sólo asegúrate de que esté hecho. "No necesito ningún equipaje innecesario, literal o de otro tipo"

Rose sintió una punzada familiar, pero su sonrisa no vaciló. Ella estaba acostumbrada a ello. Ella era quien lavaba la ropa de cama personal que otros evitaban, reparaba las costuras hasta altas horas de la noche y, a menudo, no comía adecuadamente para garantizar la comodidad de sus damas. Sus compañeras de trabajo, delgadas y elegantes, a veces le daban palmaditas en el hombro en silenciosa camaradería. "Es difícil acercarse a las damas, ¿no es así, Rose?" Uno susurraba: "Sus pies están muy por encima de nosotros" Rose simplemente asentía, ofreciendo una palabra amable, su propia buena naturaleza no empañada por sus tranquilas luchas.

Ella fue la última en subir al carruaje, acomodándose en un rincón estrecho, con su pequeño y desgastado baúl escondido debajo de su asiento. Lyra y Seraphina ya estaban enfrascadas en una conversación; sus voces eran un murmullo bajo que ocasionalmente se convertía en intercambios agudos y competitivos.

"Escuché que la hija de la duquesa Beatriz, Elara, ha conseguido un puesto en el Conservatorio Real", reflexionó Lyra, hurgando en un hilo suelto de sus guantes de montar. "Qué pena. Ella tenía una colección tan encantadora de… *juguetes*."

Serafina simplemente arqueó una frente. "Persecuciones infantiles, Lyra. Centrarse en la academia. Aunque supongo que la actual *amiga* de Elara es bastante atractivo. No es que importe. Todos son intercambiables, ¿no? "Sólo diversión pasajera."

Siguió un leve, casi imperceptible olfateo de Serafina. "Aunque creo que la última adquisición de Lady Valerius está bastante… bien desarrollada. No es exactamente mi gusto por un *juguete*, pero ciertamente no es poco atractivo" Había una nota despectiva en su voz, una clara indicación de que esas "chicas talentosas" eran meras distracciones fugaces, nunca verdaderamente cautivadoras.

Rose escuchó, entendiendo las corrientes subyacentes. Hablaron de otras jóvenes de alta cuna, de sus aventuras y coqueteos, con un aire distante, casi clínico. Era un mundo de placeres fugaces, donde la admiración rara vez se profundizaba en el afecto genuino. Para las hermanas Asteria, el amor era un concepto tan distante y abstracto como las estrellas. Su propia rivalidad, aunque a veces aguda, tenía más que ver con el estatus y los golpes sutiles que con cualquier animosidad profundamente arraigada, simplemente la forma en que individuos poderosos se ponían a prueba entre sí.

El viaje transcurrió con más intercambios de este tipo, las hermanas discutiendo los últimos escándalos en la capital, la naturaleza competitiva de la academia y los méritos de varias propiedades familiares. Rose permaneció tranquila y observadora. Estaba acostumbrada a que la pasaran por alto, una parte del fondo, una sombra cálida y ligeramente regordeta. Ella era una buena criada, siempre positiva, siempre dispuesta a ayudar. ¿Pero qué hay de más, de llamar la atención de mujeres tan formidables y emocionalmente distantes? Ese pensamiento nunca pasó por su mente. Ella era simplemente Rose, la criada, sus propias cualidades únicas, su profundo pozo de potencial sin explotar y el aroma sutil y seductor que llevaba, completamente desconocido y no reconocido por las mujeres frías y hermosas a las que servía.