Antártida - Interior de la Caverna del Dragón - 20 Minutos Después
Un zumbido más profundo y constante resonaba ahora por la inmensa caverna. Las pasarelas metálicas, antes transitadas por equipos de investigación con herramientas delicadas, ahora vibraban al ritmo rítmico de los agentes de seguridad, cuyas botas resbalaban sobre la escarcha acumulada que los calentadores, al máximo, apenas lograban disipar. La fría luz blanca de los focos LED seguía bañando el colosal esqueleto, pero ahora, intermitentemente, un resplandor azul pulsante se proyectaba desde las barreras de energía de Nivel 5 que rodeaban el perímetro del dragón.
No eran las discretas pulsaciones de antes; eran campos de fuerza sólidos y visibles que crepitaban con energía y emitían un leve olor a ozono que se mezclaba con el hedor del metal y el aire gélido.
La otrora bulliciosa base de investigación, se había transformado en una fortaleza.
Las mamparas de lona reforzada que formaban las "habitaciones" ahora estaban selladas con cierres magnéticos improvisados, y la actividad en el interior era frenética pero silenciosa. Equipos de riesgo biológico, ataviados con voluminosos trajes y purificadores de aire que les daban una apariencia fantasmal, se movían con celeridad calculada, tomando muestras de la escarcha blanca que se había depositado sobre las superficies y equipos.
Pequeños robots de exploración, con brazos articulados y luces parpadeantes, se deslizaban por el suelo, escaneando cada centímetro en busca de anomalías.
El puesto de mando improvisado al fondo de la caverna bullía de actividad. Se habían desplegado monitores adicionales que mostraban gráficos ascendentes de actividad bio-energética y lecturas de contención en tiempo real. La voz de Maria Hill, clara y urgente, se escuchaba por los comunicadores, dirigiendo a los equipos y ajustando los protocolos de emergencia.
Los agentes de seguridad en los puestos de observación elevados, antes solo montando guardia, ahora tenían sus AR-15 preparados, con sus miras holográficas proyectando un punto rojo sobre el inmenso esqueleto, como si esperaran que el coloso se levantara en cualquier momento. El aire, antes lleno de murmullos, ahora estaba dominado por la respiración tensa y contenida y el crepitar de la energía.
En la pequeña oficina improvisada, el Director Nick Fury estaba de pie. A pesar del zumbido amplificado de la caverna y la nueva intensidad del aire, la habitación le pareció más silenciosa. El dolor inicial en el ojo y la cicatriz había cesado, pero una extraña y persistente sensación de frío, como una aguja helada clavándose profundamente en la piel, persistía en el lado izquierdo de su rostro.
Su mirada estaba fija en la pared opuesta, que ya no era una lona, sino un panel de vidrio reforzado improvisado a toda prisa que ofrecía una vista panorámica, aunque distorsionada por la tenue niebla y la luz del inmenso cadáver del dragón. La pátina blanca, polvorienta y escarchada, alrededor de su cicatriz había desaparecido, y ahora parecía casi… como si nunca hubiera emanado de su cara.
Un ligero tic nervioso en la comisura de sus labios se contrajo, una señal apenas perceptible de la tormenta de pensamientos que se agitaba en la mente del Director, mientras contemplaba al coloso.
Nick se llevó su mano izquierda al ojo izquierdo, donde antes habría tocado el áspero parche negro que ocultaba su cicatriz, ahora sus dedos rozaron la piel lisa y expuesta. Lentamente, movió los dedos, sintiendo la suavidad de su piel y la extraña pulsación bajo ella. Su mirada se endureció al confirmar nuevamente que su cicatriz, esa gran mancha que marcaba su rostro, había desaparecido por completo; la piel oscura, ahora estaba suave e inmaculada.
Y no solo eso. Al tocarse el párpado, sintió un ojo cubierto debajo, y con una mezcla de incredulidad, retiró la mano.
Abrió lentamente el párpado de su ojo izquierdo, el que había estado ciego durante años, y la imagen del inmenso cadáver del dragón, antes una masa oscura y sin forma alguna en su visión periférica bajo el parche, ahora se había vuelto perfectamente nítida y clara, igual que la imagen que percibía con el ojo derecho.
Podía ver cada detalle, cada sombra, cada tenue resplandor azul de las barreras que rodeaban al coloso, lo podía ver todo.
No sabía exactamente lo que había pasado.
De repente, una sensación desagradable comenzó a desarrollarse en su ojo, y cuando desapareció, sintió como si el lado izquierdo de su rostro se hubiera congelado por dentro, y podía sentir perfectamente el frío en la piel de su rostro y en su ojo, ahora sano; fue una sensación inexplicable.
Pero él no fue el único que se había curado repentinamente de una lesión o algo similar. La mayoría de las personas que tenían alguna enfermedad, cicatriz o cualquier otra molestia en sus cuerpos, desaparecieron mediante un proceso similar al de Nick Fury.
Y eso no fue lo único que les pasó al personal y al propio Nick Fury unos segundos después de ser alcanzados por la onda expansiva blanca.
Mientras Nick contemplaba y pensaba, la puerta se abrió con un suave ruido metálico y entró Maria Hill, sujetando firmemente su tableta en la mano derecha, con un ligero pero decidido balanceo de caderas, casi imperceptible para un observador casual. Nick, que la había notado por el leve crujido de la bisagra, se dio la vuelta, luego se dirigió al escritorio con una agilidad casi imperceptible, con las manos entrelazadas su espalda, en una postura decidida.
"¿Cómo va el despliegue de las barreras, Agente Hill? ¿Y los equipos de riesgos biológicos y de energía ya están tomando muestras? ¿Hay alguna lectura adicional sobre esas... emisiones?"
La voz de Nick era un murmullo profundo, pero su intensidad cortaba el aire como un cuchillo. Sus dos ojos, ahora abiertos y brillantes con una concentración que no delataba la extraña sensación en el lado izquierdo de su rostro, estaban fijos en ella.
María Hill se detuvo frente al escritorio, con una postura inquebrantable.
"Director, las barreras de Nivel 5 están en pleno funcionamiento. La estabilización inicial tardó un poco más de lo previsto debido a las fluctuaciones de energía, pero ahora mantienen un pulso constante y una cobertura total del perímetro... Los equipos de bio-peligros y energía están en el terreno. Las primeras muestras de la escarcha que sospechamos fue creada por la onda de choque y los restos energéticos ya se están procesando en laboratorios móviles, y las lecturas preliminares confirman que la actividad bio-energética del dragón continúa aumentando, aunque a un ritmo más lento que el pico inicial"
María hizo una breve pausa, sus ojos grises encontrándose con los de Fury. "Hasta ahora, no hay reportes de efectos adversos adicionales en el personal expuesto a la onda inicial, más allá de los ya reportados, y que se están investigando lo más rápido posible, como ya sabe, el personal es poco"
Cuando Nick terminó de escuchar el informe de su mano derecha, Hill, asintió, apoyando las manos en las esquinas del escritorio, inclinado ligeramente y de pie, con el debido cuidado por la extraña sensación, casi gélida, que persistía en el lado izquierdo de su rostro. Su cicatriz había desaparecido, su ojo ciego ahora veía bien, y una serie de pensamientos complejos llenaron su mente mientras asimilaba el informe y las implicaciones de su propia alteración.
Menos de 20 minutos después de la onda expansiva, todos los afectados sanaron de sus dolencias como por arte de magia. Además, comenzaron a mostrar habilidades que antes no tenían. Entre ellas destacaban la telepatía, telequinesis, fuerza mejorada, crioquinesis y resistencia total al frío, como si se hubieran adaptado perfectamente a las bajas temperaturas de la Antártida.
Todos habían llegado a una conclusión: la onda expansiva era la causa de estas alteraciones. Sin embargo, no podían afirmar nada con certeza hasta que se realizaran estudios exhaustivos a cada persona afectada para comprender la realidad de lo que estaba sucediendo. Por lo tanto, quienes estaban más cerca del cadáver del dragón cuando este liberó la onda expansiva fueron los primeros en ser estudiados. Mientras tanto, aquellos com Nick, Hill y Coulson, que se encontraban a una distancia media, aún seguían esperando su turno, y la gran cantidad de personal involucrado y la complejidad del equipo necesario ralentizaron el proceso.
(N/A: Aquí me refiero a la falta de personal)
"Ya veo...", respondió Nick Fury, con una voz apenas susurrante. Luego se sentó lentamente con cuidado, queriendo no excederse demasiado debido a su nueva fuerza. Los dedos de su mano derecha comenzaron a tamborilear rítmicamente en la superficie del escritorio, creando una melodía baja y reflexiva. "Tendré que hablar con Coulson sobre la falta de previsión en una situación como esta. Como agente de Nivel 8, debería tomar las precauciones necesarias para cualquier situación, pero en cambio, estamos escasos de personal"
Nick Fury suspiró, por mucho que quisiera insultar a la madre de Coulson, se contuvo.
¿Cómo pudo pasar algo así hoy?
Justo esta mañana, cuando salió de Estados Unidos, estaba feliz porque había conseguido que el Consejo de Seguridad Mundial financiara aún más su proyecto con sierto cubo azul que encontró en la década de 1940 con una gran suma de dinero. Eso lo había hecho muy feliz, pero ahora estaba aquí, en una caverna, y esperando a que el escaso personal preparado de Coulson lo atendiera para poder descansar tranquilo.
Hill apenas parpadeó ante el comentario de Fury. Estaba acostumbrada a su forma de canalizar sus frustraciones con sarcasmo pasivos. Por eso, simplemente lamentó el destino de Coulson; la regañiza que iba a recibir, probablemente lo mantendría sin dormir unas cuantas semanas.
Fury levantó la vista, sin cambiar su postura encorvada sobre el escritorio. Por un momento, ambos permanecieron en silencio, con solo el lejano crujido de las barreras energéticas y el incesante zumbido del sistema de soporte vital llenando el aire.
"Hill... ¿cómo te sientes?" preguntó finalmente Nick Fury, con sus dos ojos fijos en ella, brillando con una intensidad desigual bajo la luz mortecina.
La pregunta la tomó brevemente por sorpresa. No era común que Fury mostrara interés por el estado personal de alguien, incluso en situaciones de crisis.
Hill formó cuidadosamente su respuesta. Podía sentir en su espalda la tensión del momento, como si cada palabra contara.
"Actualmente, Director" dijo con firmeza tras tomar aire. "Estoy bien, desde el incidente no he vuelto a manifestar ningún poder telequinético, ni ha habido más cambios visibles en mí. De hecho...", hizo una breve pausa. "Cuando manifesté esa habilidad por primera vez, sentí algo en mi interior. Una energía... helada. Como si esa fuera el combustible que impulsaba la telequinesis"
Nick asintió lentamente, desviando la mirada hacia el centro del escritorio. Sus codos se apoyaron sobre la superficie metálica con un gesto cargado de peso y reflexión. Las palabras de Hill no eran ajenas para él, al contrario, las reconocía con inquietante familiaridad.
Cuando su cicatriz comenzó a desvanecerse y su ojo ciego recuperó la visión, había sentido algo... distinto. Una energía fría y densa, que parecía surgir de lo más profundo de su abdomen.
No era solo una sensación pasajera: estaba ahí, vibrando bajo su piel, latiendo con un ritmo que no era el suyo. Y cuando rompió el descansabrazos de la silla en la oficina de Coulson, lo supo: esa misma energía se había desplazado a su mano, fusionándose con los huesos, endureciendo la piel y dándole una fuerza que no era humana.
El reposabrazos, reforzado con materiales compuestos, se había rompido como si fuera cartón mojado.Y ahora, al escuchar que Hill también había sentido una energía similar cuando manifestó su habilidad telequinética, su mente encajó las piezas con una precisión quirúrgica.
No era su imaginación, no era un efecto secundario aislado..... Era real.
Si él lo sintió… si Hill lo sintió… entonces era casi seguro que los demás también. No podía tratarse de una coincidencia, todos estos fenómenos (la recuperación física, las habilidades emergentes, la resistencia al frío extremo, el aumento de fuerza) habían comenzado justo después de la liberación de aquella onda expansiva. ¿Qué más necesitaban? ¿Un superordenador? ¿Un genio con laboratorio y bata blanca? No.
Incluso un niño con una lupa lo vería:
La causa fue la onda expansiva... y el cadáver de ese dragón descongelado, que ahora vibraba con un poder que nadie terminaba de comprender.
Nick apretó los labios, su mandíbula marcándose por la tensión.
El zumbido eléctrico de las barreras resonaba a lo lejos, constante, como un recordatorio de que algo había cambiado... y no había marcha atrás.
Quizá era hora de que SHIELD dejara de ver este cadáver como un simple fósil para estudiar junto a sus misterios... y empezar a tratarlo como lo que realmente era:
Una amenaza.
Unos segundos de silencio se instalaron entre Nick y Hill, apenas perturbados por el distante zumbido de los generadores de las barreras. La atmósfera en la oficina improvisada era densa, casi congelada en un momento de tensión contenida, cuando dos golpes secos en la puerta metálica rompieron la quietud.
Nick alzó apenas la barbilla. "Adelante", ordenó con su voz áspera.
La puerta se deslizó hacia un lado, dejando pasar a un hombre de complexión delgada, aunque no frágil, enfundado en un uniforme técnico de SHIELD modificado con una bata de contención blanca encima, que aún conservaba manchas frescas de escarcha en los puños. Llevaba gafas tácticas de pantalla parcial, con un HUD que parpadeaba en el lateral derecho, y guantes de látex reforzado. Su rostro era serio, pero no tenso: acostumbrado a lidiar con anomalías sin nombre.
"Señor", dijo con un tono medido y directo, sin perder tiempo. "Ya estamos listos para revisarlo a usted y a la Subdirectora Hill"
"Perfecto", gruñó Nick mientras empujaba su silla hacia atrás, el sonido metálico de las patas raspando el suelo acompañando su movimiento. Se puso de pie con la firmeza de quien no teme ser observado; su imponente silueta proyectando una sombra alargada en el suelo. Su rostro, sereno pero afilado, era el mismo de siempre: el de alguien que, si tuviera la oportunidad, mordería primero y preguntaría después.
Sin decir palabra, Hill se puso en movimiento tras él, con pasos suaves pero seguros. Al salir de la oficina, tomó su lugar apenas un par de pasos detrás de Fury, como una sombra profesional.
El camino fue breve, aunque cada rincón de la base reforzada parecía ahora más un búnker médico que a una instalación de investigación. Los tres caminaron por un pasillo en donde las paredes estaban recubiertas con aislantes térmicos y pantallas de datos mostrando lecturas biométricas en tiempo real.
Drones médicos flotaban en esquinas, listos para actuar ante cualquier emergencia.
Los tres llegaron a una sala cerrada con puertas automáticas, marcadas con el logotipo de SHIELD y la palabra MED-SEC sobre una franja azul. Al ingresar, la visión era clara: un laboratorio improvisado pero extremadamente funcional, con estaciones médicas conectadas a terminales holográficos, tubos de ensayo alineados en bandejas refrigeradas y pequeños tubos de recolección de sangre (tubos vacutainer) organizados por grupo sanguíneo y número de identificación del agente.
La iluminación, fría y blanca, contrastaba con el tenue resplandor azul que entraba desde una rendija del muro posterior.
"Por aquí, por favor", indicó el técnico mientras los guiaba hasta dos módulos médicos adyacentes. Nick y Hill se colocaron frente a las estaciones, una especie de cápsula abierta, con asiento ergonómico, sensores en el respaldo y una tableta flotante proyectando su perfil biomédico básico.
"Vuelvo en un momento, Director, Subdirectora" El técnico hizo un leve gesto de respeto con la cabeza antes de desaparecer por una cortina de aislamiento.
Hill cruzó los brazos mientras tomaba asiento, sin perder el porte. Nick simplemente esperó de pie, con su expresión habitual de "esto es una pérdida de tiempo pero vamos a hacerlo igual"
No pasó mucho antes de que el mismo hombre regresara, esta vez acompañado por otros dos profesionales: una mujer alta de tez morena con una trenza ajustada y mirada afilada, y otro hombre más joven y rubio, con una expresión concentrada y el ceño ligeramente fruncido. Ambos llevaban los mismos uniformes técnicos con modificaciones médicas.
"Director. Subdirectora", saludó el nuevo duo casi al unísono.
El hombre que lideraba el procedimiento (el mismo que los había buscado antes) tomó el control sin dudar, mientras los otros dos se desplazaban con eficiencia.
Uno preparaba una pantalla de análisis genético, mientras que la mujer calibraba una aguja automatizada para extraer nuevas muestras. "Vamos a iniciar con los escaneos básicos, seguido de extracción, análisis de tejidos y revisión neurosensorial opcional si el tiempo lo permite"
Su tono era técnico pero claro. "Protocolo actualizado nivel 3, con énfasis en anomalías bioenergéticas"
En ese momento, la mujer se dirigió a Hill con profesionalismo. "Le voy a colocar esto en el brazo Subdirectora Hill. Será indoloro"
Mientras tanto, el líder se puso junto a Nick, sosteniendo una pequeña tableta y observando los resultados del primer escaneo. Recorrió los datos rápidamente hasta que una línea le llamó la atención. No pudo evitar levantar la vista por un segundo.
"Entonces, Director…" dijo mientras colocaba un sensor sobre el brazo de Fury. "Viendo que su ojo ha vuelto a funcionar y la cicatriz ya no está... ¿Podemos asumir que ha desarrollado algún tipo de regeneración avanzada?", hizo una breve pausa. "¿Algo más que haya notado, además de eso?"
Nick giró levemente el rostro, sus dos ojos ahora igual de penetrantes, y respondió con un dejo de ironía bajo su tono áspero.
"¿Además de sentir que podría arrancarle la puerta a un tanque con una mano? No mucho" El técnico asintió con una media sonrisa profesional. "Fuerza sobrehumana entonces. Lo sumaremos a la lista"
La mujer que atendía a Hill intervino mientras colocaba una segunda pulsera médica en su muñeca. "Subdirectora Hill… durante su manifestación telequinética, ¿experimentó alguna otra alteración fisiológica? ¿Cambios de temperatura interna, visión doble, desorientación?"
Hill se tomó un segundo antes de responder, con la precisión que siempre la caracterizaba. "Sí... Una especie de frío localizado... justo en el abdomen. Como si algo se activara dentro de mí, pero no fue doloroso. Más bien... firme, definido. Como una orden biológica que el cuerpo entendió de inmediato" El joven rubio, que estaba revisando un escáner neurosináptico, levantó la vista. "¿Una respuesta orgánica, como si el cuerpo supiera qué hacer?"
Hill lo miró con calma. "Sí. No fue algo impuesto, ni extraño. Solo... nuevo"
Los tres técnicos se intercambiaron una mirada fugaz. El líder anotó algo en su tableta y dio un último vistazo a ambos sujetos. "Bien. Tendremos resultados preliminares en las próximas horas. Si los patrones se mantienen... podríamos estar ante una simbiosis bioenergética inducida por una fuente psiónica de origen desconocido"
Fury frunció el ceño ante el término, pero no dijo nada. Solo desvió la vista hacia los tubos de sangre en la bandeja cercana, donde el suyo descansaba al lado del de Hill, perfectamente alineados.
Nick volvió su mirada al agente que los había guiado hasta allí.
"¿Ya tienen resultados preliminares?" preguntó, con tono firme. "Hill y yo sentimos lo mismo respecto a esa 'energía', aunque yo noté algo más agresivo cuando me curé. Pero... ¿y los demás? Los que mostraron regeneración, fuerza sobrehumana, telequinesis como Hill, crioquinesis, telepatía como Coulson... ¿Qué dijeron ellos?"
El hombre, que lideraba el procedimiento, intercambió una rápida mirada con sus dos asistentes. Uno de ellos le ofreció una tableta con los primeros reportes recolectados. Revisó apenas lo justo antes de asentir, como si sólo necesitara confirmación para algo que ya había procesado. "De hecho, Director"
Dijo directo al grano.
"Todos los afectados reportaron sensaciones inusuales, similares a las que usted y la Subdirectora describen. Aquellos con regeneración espontánea mencionaron un cambio interno repentino, como si el cuerpo se reconfigurara sin previo aviso. Algunos lo compararon con una fiebre localizada... pero al revés, como si se 'enfriaran por dentro' justo antes de sanar"
El técnico hizo un gesto hacia otro grupo de resultados. "Los que presentaron telequinesis sintieron una presión indolora en la cabeza, como si algo se activara justo detrás de los ojos. En el caso de los telepáticos...", bajó un poco la voz, más por protocolo que por miedo. "Informaron de un pinchazo súbito, algo parecido a una jaqueca breve, y acto seguido comenzaron a escuchar... pensamientos ajenos. Voces. Algunas reconocibles, otras no tanto"
Uno de los asistentes deslizó otra pantalla sobre una mesa improvisada, mostrando imágenes de análisis térmicos.
"Los que manifestaron fuerza sobrehumana reportaron una sensación de escalofrío recorriéndoles la columna vertebral, seguida de una ligera presión en los músculos. No dolorosa, solo… densa, como si el cuerpo de pronto estuviera cargado..."
"Por último, los casos de crioquinesis", continuó, sin dramatismo. "Fueron los más drásticos. Bajada rápida de temperatura corporal, piel pálida y, en la mayoría, despigmentación total. Se volvieron albinos en cuestión de minutos"
Fury no dijo nada. Solo dirigió la vista hacia los tubos otra vez, esta vez con una expresión más severa.
Pero su momento de "calma" se vio interrumpido cuando las alarmas de toda la caverna empezaron a sonar, con luces rojas parpadeantes y no hizo falta que todos adivinaran cuál era el problema.
"¡Atención! Contención crítica en proceso. La actividad energética ha superado todos los umbrales conocidos. Las células de energía se están sobrecargando a un ritmo exponencial… ¡repito, exponencial! Las barreras están al límite de su capacidad estructural", la voz de la operadora, una mujer, temblaba por más que intentaba mantener la compostura. Cada palabra estaba teñida de urgencia, pero lo peor vino después "¡La energía no se dispersa... se está concentrando en un vórtice! ¡Está formando un vórtice dentro de las barreras!"
El impacto del anuncio fue inmediato.
Nick Fury y Maria Hill intercambiaron una sola mirada; no necesitaban palabras. Ambos ya de pie, giraron sobre sus talones y salieron del laboratorio con pasos firmes pero acelerados. Tras ellos, varios agentes con menos experiencia en contención los siguieron, casi por instinto, deteniéndose solo cuando llegaron a una distancia prudente del núcleo del desastre.
Dentro del laboratorio, los científicos comenzaron a cerrar terminales, asegurar contenedores y almacenar datos críticos en cuestión de segundos. Algunos lo hacían en silencio, con profesionalismo curtido; otros murmuraban maldiciones, y uno que otro simplemente contenía el pánico tras una fachada de concentración.
Mientras tanto, Fury y Hill tomaban posiciones estratégicas junto a un grupo reducido de agentes armados. Nadie hablaba. Nadie respiraba más de lo necesario. Y entonces lo vieron.
En ese instante, el ruido era casi ensordecedor. El aire zumbaba, saturado de estática, y un resplandor blanco como la nieve comenzaba a envolver el colosal cadáver. No era una simple manifestación de energía: era una tempestad encapsulada, un vórtice retorciéndose con furia imparable dentro de las barreras.
Estas, capaces de detener un tren en marcha, comenzaban a parpadear con una frecuencia irregular, como si algo en su interior las estuviera desgarrando. La criatura muerta (que en vida había sido un dragón) parecía respirar de nuevo, no con aire, sino con energía pura y desenfrenada.
...
N/A: "Gracias por leer hasta aquí. El próximo bloque de capítulos (del 6 al 10) ya está en desarrollo. Actualizaciones un día cada dos semanas. Si te está gustando, no olvides comentar, agregarlo a tu biblioteca y darme piedras, eso me ayuda mucho 💬🔥"
[Próxima actualización: el 17 de Junio]