Cherreads

Chapter 18 - El juicio que cambiará todo parte 5.

Entre los gritos de la multitud pidiendo el inicio del combate, Ash y Kai apenas podían disimular su confusión. Aunque estaban rodeados de emoción, sus pensamientos estaban llenos de dudas.

—Esto no puede ser... ¿No se suponía que era un torneo entre grados? Entonces... ¿por qué...? —pensaba Ash, frunciendo el ceño mientras miraba el ring.

El comentarista ya había anunciado con entusiasmo:

—¡Ahora, el primer grupo del primer grado… contra el segundo grupo del primer grado!

La arena rugía. El público estaba ansioso, especialmente por ellos. Después del espectáculo del día anterior, todos esperaban algo aún más impactante.

En uno de los balcones, Ardin sonreía satisfecho. El plan marchaba según lo previsto.

En el palco real, el rey Kami conversaba con el héroe Ezra. Entre palabras medidas y miradas calculadas, analizaban lo que veían.

—Disculpe mi atrevimiento, señor —dijo Ezra con respeto, aunque con tono firme—. ¿No era un torneo entre grados distintos?

El rey soltó una carcajada despreocupada.

—¡Jajaja! Yo también lo creí… pero quizás el director quiso darnos un combate más emocionante. ¿Quiénes somos para juzgarlo?

A su lado, Liana Grimoire, esposa del héroe, observaba seria la arena.

—Ellas están en desventaja. Ese grupo es independiente; ellas dependen del trabajo en equipo —comentó.

—Si logran la misma estrategia de resistencia, puede que aguanten —respondió el rey, relajado.

Ezra solo murmuró, cargado de preocupación:

—Mmh...

Sabía que ese combate… sería injusto.

Ash notó algo: los bravucones y Ardin se retiraban de sus lugares. Su expresión se endureció.

—¿A dónde van justo ahora? —pensó.

Kai lo vio y preguntó:

—¿Vas a algún lado? ¡El combate va a empezar!

Ash, con una mirada dura, respondió:

—Voy al baño.

Kai lo miró extrañado, pero no insistió.

En un pasadizo, los bravucones se reunieron con Ardin. Ash los espiaba, oculto.

—¡Por fin! Muchas gracias, amo. ¡Les mostraremos de lo que somos capaces! —dijo un bravucón.

—¿No era mejor que ellos pelearan primero? —dudó otro.

Ardin, cansado de sus preguntas, caminó lento.

—Ustedes son tres. Ellos avanzarán, y ustedes los derrotarán. Sé que pueden.

Ash apretó los puños, furioso. Todo tenía sentido ahora.

Las chicas estaban listas, pero al ver las sonrisas confiadas de sus rivales, un escalofrío recorrió sus cuerpos. La inseguridad las invadió.

Kenjiro activó su elemento y empezó a rodearlas. Hiroshi y Ryuji se separaron, atacando por delante y por detrás.

Aurora quiso lanzarse, decidida.

—¡Puedo con ellos! Ellas se encargarán del otro... —pensó, sudando frío.

—¿Qué…? —murmuró Lili.

—¿Por qué… no puedo…? —jadeó Freya.

El aire se volvió gélido. Aurora intentó activar su elemento, inútilmente.

Ezra murmuró:

—No hay registros de estudiantes con hielo… ¿De dónde lo sacaron?

—¡¡LOS PORTADORES DEL VIENTO MANIPULAN EL HIELO!! ¡¡¿QUÉ HARÁN LAS CHICAS AHORA?!! —gritó el comentarista.

Las chicas no podían activar sus elementos. Kenjiro cayó al suelo, fingiendo debilidad. Hiroshi y Ryuji saltaron, atacando.

Aurora intentó sacar su espada, pero su mano se congeló, igual que las piernas de las tres.

El resultado fue inevitable: cayeron inconscientes bajo los golpes certeros.

Ash salió de su escondite, furioso.

—¡¿POR QUÉ HACES ESTO, MALNACIDO?! —gritó.

Ardin sonrió, despreocupado.

—No es nada personal... Bueno, sí. Pero no es el momento para discutirlo.

—¿Qué esperas? ¿Recuperar su amistad? Estás loco —dijo Ash, sin apartar la mirada.

Ardin se tensó.

—No lo hago por ellas. Son herramientas —rio con falsedad.

—Ellas aún sentían respeto por ti. Pero sería una tragedia que te volvieran a confiar. No lo permitiré.

—¿Quién eres para hablar así al futuro rey? —rugió Ardin.

—El que va a ponerte un alto —respondió Ash, firme.

—Te haré tragarte esas palabras —dijo Ardin, sonriendo con malicia.

Kai llegó:

—Hermano, ya nos toca.

Ash se giró; Ardin había desaparecido.

—Vamos —dijo, serio.

La multitud rugía:

—¡¡¡EMPIECEN!!!

Kai fue directo, a puño limpio, usando su fuego.

Ash, espada en mano, envuelta en llamas, se lanzó al bravucón que más hablaba.

Amadeo los potenció, pero vio que Kai ya peleaba con dos.

Ash arrasó: un golpe, el rival voló. Lo siguió, implacable, golpeando con furia. El bravucón apenas podía cubrirse.

Kai tomó a uno, lo golpeó contra el otro, los remató con fuego en el aire. La explosión levantó polvo y piedras.

Ash se detuvo: estaba rodeado. No sentía las presencias.

Ezra murmuró. El rey notó su tensión.

Ash activó el rayo y su habilidad única: vio los hilos, los puntos débiles.

Un parpadeo. Un corte. Fuego lo envolvió. La explosión arrasó.

Los bravucones quedaron quemados, sin poder levantarse. El ring, destrozado. El público, en silencio.

Kai y Amadeo lo miraban. No era lo planeado. El combate terminó… y aún se oían los quejidos de dolor.

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