Cherreads

Chapter 26 - Cuando el Silencio se Rompe

Perspectiva de Isolde

Estaba a punto de presenciar algo que llevaba años esperando. No sabía si era una señal del destino o simplemente un capítulo inevitable… pero ahí estaba, al borde del desenlace que había germinado desde hace tanto tiempo.

Lucy, mi hermano, iba a enfrentarse a alguien que no solo lo superaba en altura, sino también en presencia. Ese tipo no se sentía como un simple rival. Tenía algo… denso. Como si arrastrara consigo una historia que lo hacía más grande, más oscuro.

—Hola —dijo alguien a mi lado, interrumpiendo mis pensamientos. Se sentó justo en el lugar de Lucius—. Isolde, ¿cierto?

—Sí. ¿Qué haces aquí? —No pude ocultar mi molestia. Ese era el lugar de Lucy. Aunque supiera que no importaba, no podía evitar sentir que estaba invadiendo algo sagrado.

—Nada en particular. Como Lucius está ocupado, pensé en acompañarte. Sería de mala educación dejarte sola —respondió Gareth, jugueteando con su cabello, como si su sola presencia fuera una obra de arte. Tenía ese aire de chico guapo y algo ególatra… pero detrás de eso, era sorprendentemente amable. Casi molesto, en realidad.

—Mmm… Está bien. Pero guarda silencio. Quiero ver cómo mi hermano hace pedazos a ese pobre infeliz.

—"Pedazos", ¿eh? ¿Estás tan segura?

¿A qué venía esa pregunta?

Obviamente Lucy iba a ganarle. No por nada ha entrenado con disciplina casi obsesiva, dominando tanto la magia como el cuerpo con un rigor que me resulta imposible de igualar. El estilo Paradoja… es algo más que combate. Es una filosofía. Y Lucy lo personifica.

—Creo que ese tipo contra el que va a luchar… es conocido por causar problemas. Bastantes, de hecho. Si me lo permites, creo que Lucius va a tener dificultades.

—¿Qué? No. Eso no es posible. Lucy va a destrozarlo. Lo sé.

—¡Bien! ¡Ahora, comiencen!

Gareth iba a responderme, pero la pelea inició. Mi atención se centró en el combate. El nombre del oponente se me escapaba. ¿Leonard? Sí… algo así.

Lucy no se movió. Se quedó inmóvil. Estaba evaluando. Calculando. Como siempre hace.

Leonard comenzó a rodearlo, buscando un ángulo. Pero Lucy no deja espacios. Aún así, era solo cuestión de tiempo para que uno hiciera el primer movimiento.

Leonard atacó. Un puñetazo directo a las costillas. Lucy esquivó con fluidez y respondió con una patada que lo lanzó hacia atrás. Sin pausa, lo persiguió y le dio un rodillazo en el rostro.

Muay Thai.

—Nunca había visto algo así. No se parece a nada de lo que enseñan normalmente —murmuró Gareth, con los ojos clavados en la escena.

—¿En serio? Yo creí que era lo normal.

—¿"Normal"? Ese estilo es único. ¿Dónde lo aprendió? El sistema entero es distinto.

No contesté. En parte porque no sabía cómo explicarlo. En parte porque Lucy volvió a caer al suelo.

Leonard lo había lanzado con fuerza brutal. Lucy rodó, y usando magia de viento, se impulsó hacia arriba. En el aire, lanzó una patada baja hacia la cabeza de Leonard.

Taekwondo.

Leonard la detuvo. Lo agarró en el aire. La diferencia de fuerza era evidente. Lucy parecía sorprendido, y por un segundo dudé.

Pero esa duda fue la apertura. Lucy usó ese mismo agarre como soporte y giró sobre sí mismo, conectando una patada giratoria que hizo que Leonard lo soltara.

—¿Qué…? —Gareth parecía más sorprendido que yo—. ¿Leonard está… perdiendo? Vaya, eso es inesperado. Ese tipo le dio una paliza a medio territorio occidental del reino…

—¿A medio… qué?

No sabía qué me sorprendía más, si sus palabras o la forma casual en que las decía.

—Jajaja… Sí, bueno. A la mayoría. Incluso a mí me dejó en el suelo. Se fue caminando como si nada.

No respondí. De pronto, la conversación me pareció absurda. Nunca había hablado de peleas de verdad. No así. Solo entrenamiento, teoría… suposiciones. Esto era distinto. Esto era real.

Volví la vista al combate. Y lo vi. Lucy en el suelo. Confundido. Como si ya no supiera qué hacer.

—Fue suficiente —dijo Leonard, sujetando su hombro con una fuerza innecesaria. Una amenaza más que un acto—. Ahora es mi turno de golpearte.

… ¿Va a perder?

—Suéltame… Mierda… Duele, —murmuró Lucy, apenas conteniendo el dolor.

Y entonces, lo lanzó al aire.

Una luz surgió de su mano, seguida de una explosión leve pero precisa.

—¡Lucy! —grité, sin pensar.

No sabía si fue miedo o rabia lo que me atravesó. Solo sé que por un segundo… olvidé respirar.

Pero mi grito… fue ahogado por la siguiente escena.

—No te preocupes, Issy. Estoy bien. O eso creo… —La voz de Lucy resonó cerca, aunque no podía verlo. Usaba magia para ocultarse. Lo había hecho antes, en nuestros entrenamientos, pero nunca de forma tan precisa. Tan limpia.

Leonard miraba en todas direcciones, desconcertado. Luego, en un instante, Lucy apareció a sus espaldas, rodeándole el torso con los brazos, y lo derribó con una maniobra inesperada, haciendo que su espalda se estrellara contra el suelo en un ángulo brutal.

Lucha Libre. Una técnica sin gracia estética pero efectiva… y dolorosa. No pensé que la usaría en combate real.

—Jajaja… Impresionante. Maldita sea, —dijo Gareth, con una risa entre nerviosa y rendida—. Si me hubiera tocado contra él… ya habría perdido desde hace rato.

No respondí. Aún no podía despegar los ojos de Lucy.

—¿Quién es él…?

—Es increíble…

—¿Qué clase de entrenamiento habrá tenido?

Las voces alrededor eran un murmullo constante. Todos hablaban. Todos intentaban entender. Y en el fondo, yo también lo hacía. Aunque lo conocía mejor que nadie, Lucy aún lograba sorprenderme.

Leonard se levantó de golpe y tomó a Lucy de la camisa. Intentaba recuperar el control. Pero Lucy le respondió con una patada directa a la barbilla, lanzándolo hacia atrás. Sin darle tiempo para respirar, se movió hacia él con agilidad y ejecutó una patada de gancho, baja y firme, que lo hizo caer nuevamente.

Leonard intentó levantarse. Fue un error. Lucy, sin perder un solo segundo, conjuró una roca con magia de tierra y la dirigió directo a su cabeza.

Un impacto seco.

Silencio.

Leonard cayó.

—¡Alto! ¡Lucius Van D'Arques pasa la prueba de combate! —gritó Reginald desde la plataforma.

—¿Eh? ¿Ya terminó? —murmuré, sin comprender del todo. Fue rápido. Increíblemente rápido.

Reí sin querer, dejando escapar la tensión contenida.

—Jaja… ¡Eso fue genial! Increíble…

Lucy bajó con pasos algo pesados. Se le notaba el dolor en los gestos, aunque intentaba disimular.

—Eso fue… difícil. Uf. Mierda, sigue doliendo, —dijo, llevándose la mano al hombro, donde Leonard lo había sujetado.

—¿Qué clase de monstruo es ese tipo? Casi pierdo. Si no hubiera reforzado mis músculos con control sanguíneo, habría terminado en el suelo… Y esa explosión… me dio de lleno, —añadió, casi murmurando, como si aún se debatiera entre orgullo y humillación.

Sin decir nada, puse mis manos sobre su hombro y canalicé el poco maná que podía reunir. No era buena con la magia curativa… aún. Pero quería hacer algo. Aunque fuera poco.

—Gracias, Issy, —me dijo con una sonrisa apagada, sentándose a mi lado. El lugar se había vaciado sin que me diera cuenta. ¿Había otra pelea mientras tanto? No lo supe. No lo registré.

Y entonces lo escuché.

—¡Isolde Equidna D'Arques, pase a la plataforma!

Mi cuerpo se tensó. No podía evitarlo. Sabía que ese momento llegaría, pero aun así… el miedo se deslizó por mis venas como hielo. Me levanté. Mis piernas estaban firmes, pero mi interior era un temblor constante.

Descendí las gradas y caminé hacia la plataforma. Subir me costó un poco, por la altura… o por el peso que cargaba en el pecho. Me posicioné. Frente a mí, había una niña.

Había algo familiar en su rostro, pero no quise pensar demasiado en ello. No ahora. No tenía tiempo para recuerdos que no podía ubicar.

Mi corazón latía con fuerza. Muy rápido. Una parte de mí quería correr, desaparecer. Llorar. Pero… Lucy estaba mirándome.

Y no podía fallar.

Después de todo lo que entrenamos… después de todo lo que soñamos…

No podía perder aquí. No si eso significaba no ir a la academia con él.

—¡Comiencen!

La orden llegó, y la niña se lanzó hacia mí.

Y yo… respiré.

Ella era rápida, sí… pero torpe. Se lanzaba con ímpetu, aunque sus movimientos eran fáciles de leer, fáciles de esquivar. Incluso con los nervios revolviéndome el estómago, podía moverme con soltura.

Quería contraatacar. Devolverle al menos uno de sus golpes, aunque fuera para mantener el equilibrio. Pero… ¿y si la lastimaba? ¿Y si perdía el control otra vez? ¿Empujarla sería suficiente? Suena simple, ¿no? Pero si caía mal… si se golpeaba la cabeza…

No. No podía arriesgarme.

¿Qué hago? ¿Qué se supone que haga? Los pensamientos se amontonaban, atropellados y confusos, como si cada uno llevara una carga explosiva en la punta. La preocupación no era solo incómoda: era sofocante, turbia, con ese tinte amenazante que avisa que el miedo no es irracional, sino prevenido.

Busqué con la mirada a Lucy en las gradas. No podía hablarle, claro. Pero quería. Quería que me dijera qué hacer, cómo actuar, cómo no ser una amenaza ambulante.

Pero esto era algo que tenía que resolver sola. Esta vez… no podía depender de él.

—¡Deja de moverte! —se quejó la chica mientras lanzaba otro golpe, uno que apenas me rozó. Su voz me arrancó del vórtice de pensamientos. Tal vez… tal vez aún tenía una opción.

¿Aikido? Sí, Aikido. No busca herir, solo redirigir. Eso servía.

Di un salto hacia atrás, tensando mis músculos mientras calculaba el ángulo. Cuando se acercó lo suficiente, lanzó un golpe directo a mi rostro.

La tomé de la muñeca, giré sobre mi eje y la forcé a seguir el movimiento. Cayó de espaldas, todo el aire escapando de sus pulmones en un solo y sonoro jadeo.

Eso debió doler, pensé, pero me obligué a no flaquear. Ella se incorporó tambaleante, respirando con dificultad, y entonces intentó barrerme con una patada al tobillo. Me dolió, sí, pero solo un poco.

Canalicé maná en mi dedo índice, y formé una pequeña esfera de tierra. La lancé directo a su frente: una chispa de contacto, y una pequeña nube de humo estalló.

—¡Agh! ¡Mis ojos! —chilló. Funcionó.

Me lancé hacia ella, bajé la mano con fuerza y la golpeé en el rostro. Esta vez cayó y no se levantó.

—¡Alto! ¡Isolde Equidna D'Arques gana! —gritó Reginald, poniendo fin al combate.

¿Terminó? ¿Eso fue todo? ¿Tan rápido… y tan fácil?

Me quedé quieta. No era miedo. Tampoco era confusión. Era… vergüenza. Me sentía estúpida por haber dudado tanto, por creer que era una fuerza sin control ni dirección. Solo tenía que contenerme. Solo eso.

Y, aun así, me sentí feliz. No porque gané… sino porque no la lastimé.

Bajé de la plataforma con rapidez y corrí directo hacia Lucy.

—¡Lo hice! ¡Lucy, lo hice! Jajaja. ¡Fue fácil! —grité, arrojándome sobre él y abrazándolo con fuerza.

—¡Agh! ¿Siempre tienes que lanzarte así cada vez que vienes a mí? —se quejó, pero no me importó. Solo apreté más fuerte.

—Pero, bien hecho. Lograste controlar tu fuerza. La verdad… me preocupaba que la dejaras fuera de combate para siempre.

—¿Qué? ¡Oh! Bueno, no hice mucho. Solo quería ganar, supongo.

Mentí. No quería que supiera cuánto temía mi propia fuerza. Lo que soy capaz de hacer cuando no pienso, cuando no tengo cuidado. Desde que comenzamos a entrenar, quedó claro que no era normal. Podía levantar a Lucy como si fuera una almohada, romper objetos sin querer, dejar grietas en las paredes.

No había equilibrio. Ni control. Solo fuerza, cruda y peligrosa.

Pero… hoy, al menos por un momento, logré domarla. Eso bastaba.

Por ahora.

—Issy… me estás asfixiando. —Lucy sonaba más débil de lo normal.

—¡Ah! ¡Perdón! —aflojé los brazos de inmediato —. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

—No, estoy bien. Pero… sí, definitivamente tenemos que trabajar más en eso de controlar tu fuerza.

—Claro —asentí, bajando la mirada, sintiendo de nuevo esa punzada de culpa. No por lo que hice, sino por lo que podría hacer.

More Chapters