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Chapter 15 - Episodio 3: ‘Un viaje interrumpido’ Parte 2

La respiración de Midas se detuvo. Un sudor frío cayó por su frente y la necesidad de huir se encendió en su corazón.

—Briar… Tenemos que irnos de aquí…—dijo él, con una voz temblorosa. Midas ya se esperaba que fueran descubiertos, pero no tan rápido. No le quedaba más que salir corriendo junto a su compañera.

—¿Eh? ¿Por qué? Acabamos de llegar.

Briar no entendía la situación. Esto era malo para ambos.

Frente a los ojos de Midas, el anciano se veía como un viejo zorro astuto. Su piel arrugada y las cicatrices en su rostro mostraban su experiencia en la vida y su cabeza calva oculta por un sombrero negro le hacia verse como un mafioso.

—Jajaja. No te asustes, muchacho. No dije eso con malas intenciones—Negó con un movimiento de su mano prostética. —Ya es normal que gente que se escapó de algún lugar pase por este pueblo—su voz era suave, pero severa. Sus ojos del color de la plata y su sonrisa de anciano inocente generaban desconfianza. Con las manos detrás de la espalda, se acercó a la tuskbeast. Levantó su temblorosa mano metálica y acarició a la bestia, y esta, en respuesta, resopló con su trompa.

—¿Sabes quienes somos?—preguntó Midas, con el ceño fruncido y un tono de voz cauteloso. El cabello largo que casi le cubría la cara bailó con el viento.

—No.

Una respuesta rápida y concisa de parte del anciano. Midas levantó las cejas confundido, pues el viejo había dicho cosas que sonaban sospechosas. No tenía sentido, pero Briar, en su inocencia, tocó a la tuskbeast con la mano para interrumpir la conversación. Obviamente, interrumpir no es algo que Briar hizo a propósito.

—Oh. Ella es Águila, mi vieja compañera de guerra. ¿No es adorable?

—Jajaja. ¡Es muy linda!

El hecho de que Briar se esté tomando la situación con tanta calma hizo que Midas se sintiera consternado. Este viejo sabía cosas y Midas no quería dejarse llevar por la misteriosa amabilidad de esta persona. La actitud del anciano fue amable y calmada en todo este tiempo. Era demasiado sospechoso.

—Briar, aléjate de esa cosa. Nosotros ya nos vamos. No tenemos nada que hacer aquí.

El anciano fue astuto, justo como su apariencia lo mostraba. —No te pongas nervioso y te vayas así sin más, muchacho. La milicia casi no trabaja cerca de Rokrund. Ustedes dos estarán bien unos días si deciden quedarse. Sea lo que fuere que vayan a hacer aquí, siempre y cuando no sea una molestia para los demás, estará bien.

—Eso suena sospechoso. No… suena peligroso.

—Eres un muchacho muy desconfiado. Debo suponer que no tuviste una infancia donde pudieras confiar en otras personas. Tiene sentido, lo sé. Este saco de huesos aparece de la nada y comienza a hablarle a los viajeros. Es raro, ¿no creen?

—Insinuaste que sabes de nosotros…

—No mentí respecto a eso. Ya estoy un poco senil, pero para un veterano como yo, obtener información no es tan difícil. Sucedió hace unos seis días, más o menos. Alguien se escapó del Bastión y nada más ha pasado desde entonces. Debo suponer que son ustedes. Solo hay tres direcciones a las que puedes ir si escapas de la capital. Las costas de Noxus, Freljord o ir en altamar en dirección a Jonia, pero me sorprende lo rápido que llegaron aquí.

—¿Supiste de nosotros con tan poca información…?

—No es algo para presumir. Además, a tu amiga parece gustarle estar aquí.

Ambos miraron a la tuskbeast. La bestia usó su larga trompa para levantar a Briar de la picota. La chica se reía mientras la bestia la balanceaba de un lado a otro.

—Aah… Así es ella. No obstante, quiero saber como te enteraste de lo que pasó hace unos días.

El anciano se quedó en silencio por unos segundos. Luego, le dio la espalda a Midas y chasqueó los dedos. Con eso, la tuskbeast usó su trompa para subir a Briar a su lomo.

—Demos un pequeño paseo. Estoy viejo, pero aun tengo la fuerza de un muchacho.

Desconfiado y con la mirada furtiva, Midas caminó detrás del anciano. Después de unos pocos metros, el anciano comenzó a hablar.

—Solo soy un anciano retirado. Yo era soldado en el frente del ejército noxiano. De vez en cuando uno de mis nietos aparece para darme información. Y si te sorprende que me haya retirado, pues… hui del campo de batalla hace ocho años. Me arrancaron las piernas y perdí uno de mis brazos. Águila me llevó hacia mi hijo y ahí fue donde terminó mi legado en la guerra. Ya no sirvo más. Ahora soy un hombre viejo que recibe de vez en cuando a los viajeros y les cuenta la misma historia. Y luego les cobra una buena cantidad de dinero.

—... ¿Qué?

—Jajaja. Eso último era una broma. Pero si quieres pagar, no es broma.

—¡Oye, Midas! ¡Sube aquí! ¡Todos se ven más pequeños desde la espalda de esta lindura!—gritó Briar.

Midas la vio con una sonrisa torcida, sin siquiera saber qué hacer, luego la ignoró mientras ella se reía y saltaba sobre la espalda de la tuskbeast. La expresión en su rostro fue más rígida al darse cuenta que había caído en el cuento de este anciano y había entrado al pueblo.

Ciertamente no hay nada más que hacer y este anciano, aunque sospechoso, parecía querer ayudarlos. Aunque eso mismo era lo que lo hacía verse sospechoso. Midas miró los alrededores. Los lugareños parecían ser indiferentes ante la presencia de la tuskbeast y sus acompañantes.

Tengo que hacer algo al respecto. Pero todo está en su contra.

Entonces, el anciano sin nombre preguntó: "Dime, muchacho. ¿Qué es lo que quieres en este lugar?

Mantuvo el silencio por unos segundos mientras pensaba. Entonces, él respondió cabizbajo—... Solo pasamos por aquí para comprar suministros y contratar los servicios de un barco. Quiero regresar a mi casa…

—Oh… No hay nada como el hogar…—parecía comprensivo al respecto. —Aquí hay todo lo que necesitas. Pero si quieres esa información sí que te va a costar.

—Esta vez no es una broma, ¿no?

—Me temo que no. Debo hacer algo para ganarme la vida. Además, nada en esta vida es gratis. Estas piernas falsas son la prueba de ello.

Era entendible. Incluso confiar en las palabras de este viejo era mejor que regresar a la celda. Además, si se trataba de dinero, Midas era una granja de oro.

—Ya veo. Si ese es el caso, quiero que me digas los lugares en los que puedo encontrar ropa y provisiones para una semana. Si sabes de alguien que pueda hacer ropa a medida, sería perfecto.

—Estás con la persona indicada, muchacho. Sígueme. Te prepararé un mapa y algunas cosas que te van a servir.

Este viejo ya podía oír el sonido de las piedras de oro.

***

Luego de una negociación rápida y después de darle toda la bolsa de oro al anciano, Midas tenía un nuevo mapa limpio y las direcciones a las que tenía que ir para conseguir los suministros. Además el anciano le "regaló" una mochila y una capa nueva. Midas también aprendió un poco sobre los horarios de las embarcaciones así que todo estaba listo.

—Maldito viejo estafador… Me cobró el paseo de Briar en la tuskbeast…

Eso último era lo que más oro le había costado. Sin embargo, ahora tenía información valiosa. Una de las cosas que el anciano le dijo es que nadie los atrapará en este lugar debido a que las fuerzas militares de Noxus se están movilizando hacia Jonia y Freljord para invadirlos. Se supone que el gobernante de Noxus quiere conquistar esas dos naciones.

Por ahora, ambos están a salvó en este lugar.

—Se nos acabó el oro, Briar. Vas a tener que recoger más piedras pequeñas—Midas ni siquiera le reprochó nada a Briar, quien caminaba a su lado mirando a la gente, solo aceptó que se habían quedado sin dinero.

—¿Qué esperamos? ¡Vamos rápido! ¡Jajaja!

Briar se adelantó y Midas dejó salir un suspiro cansado. El susto que se llevó antes aún lo tenía preocupado. A pesar de que no podía confiar completamente en las palabras del anciano, parecía que nada de lo que él dijo era una mentira.

Asegurándose de conseguir todo el oro posible, Briar y Midas dieron un largo paseo por Rokrund. Las direcciones que el anciano le dio a Midas eran fáciles de seguir, por lo que el primer lugar al que fue se trataba de la sastrería de una mujer. Allí Midas compró ropa nueva, y cerca del negocio de esa mujer, encontró unos zapatos y otra mochila de viaje para Briar. La ropa nueva hizo que Midas se viera más limpio y ordenado. A pesar de que el diseño de la ropa era parecido al que ya tenía, la vestimenta tenía más accesorios. Tenía dos correas en la cintura para sujetar todo tipo de cosas, armas o una bolsa de dinero. El color seguía siendo negro, una camiseta y pantalones cortos hasta las rodillas, con vendajes que aseguraban sus músculos para largos viajes. Con la ayuda de la mujer, el cabello de Midas ahora estaba atado con una leve cola de caballo. Sus ojos ámbar eran más notables ahora y su apariencia juvenil resaltaba más. A pesar de tener 27 años, Midas seguía luciendo bastante joven luego de arreglarse.

Briar, por otro lado, no quiso cambiar su ropa así que no tuvieron más opción que pedirle a la mujer que arregle la ropa de esta chica. La reparación de la blusa de Briar fue rápida y efectiva, por lo que no perdieron el tiempo. Briar no quiso usar zapatos, por lo que Midas no insistió más y simplemente continuaron con su camino.

Con eso listo, Midas también buscó algunas herramientas que fuesen útiles. La más importante fue un cuchillo pequeño. Aunque no puede usar el cuchillo con las manos, aún puede usarlo con los dientes. Eso facilita muchas cosas en el viaje.

Siguiendo con el viaje, Briar se divirtió corriendo de un lado a otro incomodando a la gente. Mientras tanto, Midas habló con uno de los dueños de un barco en el puerto, donde más barcos se extienden por el agua, llenando el paisaje costero. Le explico la situación al capitán del barco y le mostró la bolsa de oro. Claro, fue Briar quien andaba sosteniendo el dinero, pues las manos de Midas estaban ocupadas. Al ver tanto dinero en una bolsa de oro, el capitán del barco aceptó enseguida.

Asegurándose su pasaje en barco, Midas fue a comprar comida para la semana. El viaje en el barco será mañana temprano cuando el sol salga en el horizonte. Lo último que necesitaban era un lugar donde quedarse está noche.

No ha pasado nada relevante… Ni siquiera la gente de este lugar me mira con ojos extraños. La mujer a la que le compré la ropa no se inmutó por mi inhibidor o la picota de Briar. Parece que, para la gente de este lugar, recibir viajeros de todo tipo era algo normal. Midas se sintió más tranquilo.

—Briar. Deja a la pobre gaviota en paz. Vamos a buscar un lugar para dormir esa noche.

Briar estaba persiguiendo a una gaviota, pero Midas la llamó así que ella se acercó a él de inmediato.

—Interrumpes la diversión de la gente. ¡Eres arrogante!

Ella hizo un puchero, pero Midas torció los ojos y le dio la espalda, caminando en dirección al centro de Rokrund mientras contestaba. —Huh. Miren quién habla. En fin, busquemos una posada. Hoy vamos a cenar comida decente.

—¿Comida decente? Pero la carne cruda es comida decente. Es deliciosa, jugosa y sangrante. Jejeje. Se me está haciendo agua la boca con solo pensarlo.

Midas ignoró eso y, al asegurarse de comprar todo lo necesario y pasar toda la tarde caminando, terminaron el camino en una posada cerca de la costa.

En un principio Midas quería pedir dos habitaciones separadas, pero Briar insistió en que debían estar juntos. Ante la sonrisa feliz e inocente de la chica, Midas no pudo negarse. Él sintió que era débil con las chicas adorables… Al final escogieron una habitación grande con dos camas. El lugar estaba limpio y cálido, con linternas tenues que borraban la oscuridad. Había una ventana que mostraba el océano y la luz del ocaso entró por esa misma ventana, dando comienzo a la penumbra de la noche.

Con ayuda de Briar, Midas se desabrochó la mochila y se quitó la capa, dejándolas en el suelo. Midas también le ayudó a Briar a hacer lo mismo, solo que ella ya no tiene una capa cubriéndola. Las mochilas estaban llenas y el viaje se veía prometedor. Un aire de tranquilidad invadió el corazón roto de Midas.

—Finalmente… Un lugar en el que puedo sentirme seguro—susurró Midas, tirándose de cara en la cama. Sus pensamientos fueron rápidamente interrumpidos por Briar.

El lugar está enteramente hecho de madera. Como Briar se puso a saltar en la cama, la madera comenzó a rechinar. Midas la vio con cara de póker otra vez.

—Esto es divertido, Midas. Está cosa rebota mucho. Deberías intentarlo.

—No me hace falta. Yo me voy a dormir. Tu deberías hacer lo mismo. Mañana tenemos que irnos otra vez.

—Si, si. Barco, casa, felicidad. Lo entendí todo.

Esto terminó. Las luces se apagaron y el día llegó a su fin. Midas se recostó en la cama y, desde ahí, miró por la ventana. El cielo oscuro que se cierne sobre todo parecía irreal. Todo parecía un sueño, pero no lo era. Midas y Briar son libres.

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