"Recuerden que partimos a las siete." Dijo Himeko, cruzada de brazos contra la puerta. "Si tienen cosas que comprar o despedidas pendientes, ahora es el momento."
"Entendido." Respondió Aleph, guardando su teléfono en el bolsillo. "Ya vuelvo."
"¿A dónde vas?" Preguntó Marzo.
"Tengo una invitación pendiente."
...
Media hora más tarde, Aleph se sentó en un puesto de bebidas en una esquina tranquila del Callejón Aurum. Qingyi ya estaba ahí, recostado en la silla como si llevara ya bastante tiempo allí.
"Llegas tarde." Dijo, agitando su vaso con una sonrisa.
"Son las siete y media de la mañana." Respondió Aleph, sentándose. "No estoy tarde. Tú estás demasiado temprano."
"Detalles." Qingyi deslizó otro vaso hacia él. "Dijiste que aceptabas una bebida. Pues aquí está."
Aleph lo tomó sin discutir.
Se preguntó qué tal serían las bebidas en el Luofu a comparación de lo que bebió antes.
"Salud."
"Salud."
Chocaron vasos y bebieron entre carcajadas.
.....
"¿Eh?" La voz de Qingque llegó desde atrás. "¿Ustedes también están holgazaneando?"
Se dejó caer en la silla más cercana, medio desplomada.
"¿No se supone que deberías estar en la Comisión? Aún es horario laboral." Preguntó Aleph.
"Estaba." Se estiró como un gato. "Terminé lo mío y escapé antes de que me encajaran más."
Qingyi soltó una carcajada.
"Esa es buena técnica."
"Con una jefa como esa enana malvada, tarde o temprano la aprendes." Dijo Qingque, inflando el pecho con falso orgullo.
Más vasos se sumaron a la mesa.
.....
Treinta minutos después, apareció Fu Xuan.
Se quedó un par de segundos observando la escena, con los brazos cruzados y un rostro absolutamente neutral.
"Qingque." Su tono era plano. "De vuelta. Ahora."
Qingque palideció.
"Ah... eh... esto... puedo explicarlo."
"¿En serio?" Su mirada afilada se mantuvo fija en Qingque. "Perfecto. Vamos, explícame qué haces aquí en vez de estar trabajando."
"Oh no..." Qingque se encogió en el asiento, buscando mentalmente alguna vía de escape.
"¿Qué tal, Gran Adivina?" Interrumpió Aleph, levantando su vaso. "¿Una copa?"
Fu Xuan lo miró. Luego miró la mesa. Luego a Qingyi. Luego a Qingque.
Luego soltó un suspiró largo.
"...Una."
Ese "una" terminó siendo cinco. Luego seis. Después siete. Y cuando se dieron cuenta ya habían pasado de la doceava.
Qingyi empezó a sacar historias internas de los Caballeros Nimbus. Qingque se quejaba de cada mínimo detalle de la Comisión, desde el horario hasta las sillas incómodas. Fu Xuan pasó de criticar a medio Luofu a soltar datos comprometedores sobre Jing Yuan y su mala costumbre de delegarle los problemas más absurdos.
Entre risas, insultos a Jing Yuan, teorías conspirativas, y debates sobre si las tortugas podrían vencer a un fénix en pelea limpia, las horas pasaron sin que nadie lo notara.
....
Dos horas después, Qingque abrió un ojo. Estaba con la mejilla pegada al borde de la mesa y el cráneo a punto de implosionar.
"Ugh..."
Se levantó tambaleando, apretándose las sienes.
Qingyi peleaba por mantenerse despierto mientras jugaba con un vaso vacío.
Aleph y Fu Xuan estaban desaparecidos.
"Creo que... creo que voy a..."
Se fue casi corriendo hacia un callejón cercano, buscando dónde vomitar.
Pero lo que encontró le borró hasta las náuseas.
Se quedó congelada.
Tragó saliva.
Aleph y Fu Xuan estaban en ese mismo callejón, pegados el uno al otro. Suaves gemidos escapaban de la boca de Fu Xuan mientras Aleph le besaba el cuello, sus manos aferradas al cuerpo del otro como si el mundo fuera a acabarse en cualquier momento.
Una de las manos de Fu Xuan estaba enredada en la nuca de Aleph. La otra... ya había encontrado camino bajo su camiseta, acariciando su torso sin la más mínima vergüenza.
Qingque retrocedió un paso, con el rostro más rojo que el crisantemo más brillante del Luofu.
Y entonces empezaron a besarse.
No fue un beso casual.
"...Esto... no van a silenciarme, ¿verdad?" Murmuró, mientras un escalofrío le recorría la espalda.
*********
"¿Entonces te vas?" Preguntó el Sr. Xiyan, acomodando unos pergaminos en su mostrador.
"Sí. Partimos esta tarde." Asintió Stelle, con una sonrisa. "Sólo vine a despedirme y a agradecerte."
"Por favor, debería ser yo quien te agradezca." Respondió mientras revisaba unos papeles. "Desde que salió Estella, The Mystic Bate, las ventas subieron como la espuma. Hasta los niños quieren comprar bates ahora."
Stelle soltó una risa.
"Lo admito, es un poco raro verme a mí misma en un cuento."
"Eh, el arte imita la vida, ¿no? Aunque exageré un poco con las escenas de kung fu."
"...¿Un poco?"
"Detalles."
Stelle le dio un último apretón de manos antes de retirarse.
"Cuídese, Sr. Xiyan. Volveremos algún día."
Xiyan rio un poco.
"Tendre la secuela lista para tu regresó, Stelle."
...
Minutos después, ya estaba en el Callejón Aurum.
Sushang y Guinaifen la esperaban frente a un carrito de bocadillos, cada una con una brocheta en la mano.
"¡Stelle!" Saludó Guinaifen, agitando la mano. "¿Bocadillos antes de irte?"
"Por supuesto."
Sushang le pasó una sin preguntar.
"¿Y tú qué? ¿Listas las maletas?"
"Todavía no." Respondió Stelle, mordiendo la brocheta. "Antes quiero buscar ropa nueva. En Belobog harán el Festival Calisol, así que necesito algo más adecuado."
"Ohhh~" Canturreó Guinaifen. "Eso suena a una excusa perfecta para ir de compras."
"Marzo dijo que me acompañaría cuando fuera."
"Pues sumanos." Añadió Sushang, sonriendo. "Ya sabes que elegir ropa linda también es parte de mis talentos."
"Y yo tengo descuentos en varias tiendas." Dijo Guinaifen guiñando un ojo.
Mientras hablaban, un par de Caballeros Nimbus pasó caminando cerca, conversando.
"...Y claro, Qingyi otra vez se ha metido en líos. Esta vez con la Comisión de Adivinación. Parece que hasta Fu Xuan terminó arrastrada..."
Stelle apenas los escuchó.
¿No había dicho Aleph que iba a salir con un tipo llamado Qingyi? Nah, a lo mejor sólo era una coincidencia.
Y honestamente tampoco le interesaba mucho.
"En fin." Dijo mientras terminaba su brocheta. "¿Vamos?"
"¡Vamos!" Respondieron las dos al unísono.
********
"¡Dame uno de matcha, uno de durazno, uno de frambuesa y ese de flor de loto también!"
Marzo sonreía mientras acumulaba conos de helado en ambas manos, ignorando por completo la mirada de absoluta resignación que le dirigía Dan Heng.
"Marzo, no te voy a decir que no lo hagas." Comentó él cruzándose de brazos. "Pero vas a arrepentirte. Lo sabes, ¿verdad?"
"¡Nah! ¡Hoy es mi último día aquí! ¡Hay que probarlo todo!"
Dan Heng suspiró y negó con la cabeza.
"Haz lo que quieras. Pero cuando llegue el momento… no me busques."
Marzo ni siquiera lo escuchaba. Ya estaba peleando por mantener el equilibrio entre los seis conos que tenía mientras elegía un séptimo.
Dan Heng simplemente giró sobre sus talones y se marchó.
"Me niego a ser testigo de esto."
...
No avanzó ni dos calles cuando una voz conocida lo interrumpió.
"¡Dan Heng!"
Se giró. Bailu se acercaba corriendo, agitando los brazos.
"¿Qué haces aquí?" Preguntó él.
"¡Escapé un rato!" Dijo con una gran sonrisa. "La Comisión de Alquimia puede sobrevivir sin mí un par de horas… probablemente. Estaba yendo a ver los puestos de comida del Callejón Aurum, ¿quieres venir?"
Dan Heng dudó por un segundo, pero luego asintió.
"Sí. De todos modos no tengo nada que hacer ahora."
...
...Marzo se arrepentía profundamente de no haber escuchado a Dan Heng.
Estaba apoyada contra un poste, con ambas manos en el estómago y una expresión que oscilaba entre el dolor y el arrepentimiento.
"...Debería... debería haberle hecho caso..." Murmuró. "Maldito helado..."
Comenzó a caminar lentamente, buscando un baño.
Fue entonces cuando pasó junto a un callejón y se quedó petrificada al escuchar algo que no debería haber escuchado.
Gemidos suaves, seguidos del claro sonido de besos.
Marzo se puso roja como un tomate.
Y por un pequeño instante sintió la tentación de mirar.
"...No… no, no, no... no quiero saber qué... quién... qué están haciendo..." Se giró y apretó el paso, mirando al suelo. "No escuché nada. No vi nada. No pasó nada. Solo soy una linda y adorable chica buscando un baño."
Aceleró el paso, tapándose los oídos.
Ya se estaba haciendo tarde para ir a reunirse con Stelle.
********
"Bueno… ¡ahora sí, a comprar ropa!" Dijo Stelle, chocando los puños emocionada.
"¡Sí!" Respondió Guinaifen. "¡Vamos a dejarte lista para el Festival Calisol!"
Sushang asintió con energía.
"La moda también fue parte del entrenamiento de mamá. Pueden confiar en mi para esto."
Marzo llegó corriendo en ese momento, aún un poco pálida pero disimulando.
"¡Perdón, perdón! Hubo algunos inconvenientes en el camino... ¡pero ya estoy aquí!"
Caminaron entre los puestos del Callejón Aurum, entrando y saliendo de tiendas, mirando escaparates, comparando colores, telas y estilos.
Fue entonces que se encontraron con Huohuo.
Ella intento caminar en la dirección contraria, claramente fingiendo no haberlas visto.
"¡Huohuo!" La llamó Stelle.
"Ah... hola..." Respondió en voz baja.
"¿Vienes con nosotras?" Preguntó Guinaifen, sonriendo.
"Ehhh… yo… no… no quiero molestar..."
Sr Cola flotó a su lado.
"¡Vas a ir!" Dijo el Sr. Cola. "¡Tienes que ser más social! ¡Deja de ser una ermitaña o te volverás una vieja bruja solitaria!"
Huohuo suspiró, rindiéndose.
"Está bien..."
...
Justo cuando entraban a una tienda, los gritos de varias personas los hicieron detenerse.
"¡Allí están! ¡Deténganlos!"
Voltearon y vieron a Dan Heng corriendo, seguido por Bailu que cargaba una bolsa de bolitas dulces, y detrás de ellos cinco miembros de la Comisión de Alquimia.
"¡Bailu, vuelve a trabajar!" Gritaba uno.
"¡No quiero! ¡Quiero postre!" Respondía ella mientras huía.
"¿Deberiamos ayudarlos?" Preguntó Sushang.
"Parece más divertido y rápido que esperar a que Marzo se decida por un vestido." Comentó Stelle.
...
Mientras se escondían detrás de un puesto, escucharon a unos Caballeros Nimbus pasar hablando en voz alta.
"...Y encima de todo eso, Avesta y Qingyi robaron un astroesquife."
"¿Qué? ¿Acaso no les preocupa ser arrestados por el Teniente Yanqing?"
"Están haciendo carreras ilegales con la hija de la Señora Yukong. El Teniente Yanqing debe haber elegido no involucrarse por que de todas formas van a enfrentarse a su furia y tu ya sabes cual fue el destino del último idiota que la hizo enfadar."
"...Esto se va a poner feo."
Stelle y Marzo se miraron, llevándose la mano a la cara.
"Por supuesto que es Aleph..." Murmuró Stelle con un puchero. "¿Por que cuando sale a divertirse se olvida de llevarme con él?"
"Era cuestión de tiempo..." Añadió Marzo.
...
Intentando mantenerse fuera de ese lío, caminaron por otra callé, solo para encontrarse con Welt, quién por alguna razón llevaba gafas oscuras, un sombrero y un abrigo con cuello levantado de color gris.
Caminaba como si no quisiera que nadie lo reconociera y en sus brazos llevaba una caja negra.
"...¿Sr Yang?" Preguntó Stelle mientras ladeaba la cabeza.
El hombre se congeló en el sitio.
"...No me conocen. No estoy aquí." Murmuró, girando la cara hacia otro lado.
"¿Qué hizo?" Soltó Marzo, cruzándose de brazos.
Welt suspiró.
"Digamos que... rechacé una invitación muy insistente para dar una conferencia privada a ciertas damas... Después de eso las cosas se salieron un poco de control."
Y entonces, de entre la multitud, empezaron a escucharse pasos apresurados.
"¡Ahí está! ¡Es él!"
"¡Lo encontramos! ¡Que no escape otra vez!"
Welt solo suspiró y ajustó su sombrero.
"...Corran."
"Corran." Repitieron todas a la vez antes de salir huyendo de nuevo.
.....
"...No puede ser que estemos aquí otra vez." Murmuró Dan Heng, sosteniendo tres bolsas llenas de dulces.
Marzo y Stelle estaban sentadas muy derechitas, con las manos juntas sobre las rodillas, con expresiones inocentes.
Welt bebía té. Imperturbable. Como si nada de todo esto tuviera relación alguna con él.
En el otro extremo, Aleph y Qingyi seguían abrazados, tambaleándose y coreando con total energía.
"We are the champions~ my frieeeeeends~"
Aleph sostenía su teléfono con la canción a todo volumen mientras hacía los coros, dando vueltas sobre sí mismo. Qingyi agitaba un pañuelo como si fuera un trofeo.
"And we'll keep on fiiiiiightiiiing till the eeeeeend~"
Qini estaba de brazos cruzados, inflando los mejillas, todavía estaba molesta por haber perdido la carrera.
En el otro lado de la sala, Yukong apretaba los puños. Las venas de su frente parecían listas para explotar. Su mirada podía derretir acero.
Era seguro que después de esto el sueldo de Qingyi en el mejor de los casos sólo sería reducido en gran medida.
Himeko se sobaba la frente, respirando hondo, claramente al borde de rendirse mentalmente.
Jing Yuan con una sonrisa impecable, y con manos cruzadas sobre el escritorio los observaba a todos.
"Bueno… debo admitir que… su manera de disfrutar su tiempo libre es... creativa. Pero si me permiten una humilde sugerencia… ¿sería posible, tal vez, considerar formas ligeramente más tranquilas para sus próximas visitas?"
Yanqing estaba de pie a su lado.
Tenía los ojos entrecerrados, con un ceño fruncido y una pila de papeles bajo el brazo. Podían entender por sus murmullos que se sentía bastante frustrado por tener que ayudar con parte del papeleo.
Himeko tomó aire y se inclinó levemente.
"En nombre de los Anónimos, pedimos disculpas por todos los problemas ocasionados." Se giró un poco hacia Jing Yuan, Yanqing y Yukong. "De todos modos, queríamos pasar a despedirnos. El Expreso Astral partirá en un par de horas."
Jing Yuan asintió.
"Les deseo un viaje seguro. Las puertas del Luofu siempre estarán abiertas si deciden regresar."
"Que tengan buen viaje." Añadió Yanqing, aunque claramente solo quería que todo terminara pronto.
"Y más les vale que no vuelvan a robar otro astroesquife." Les espetó Yukong con molestia mientras miraba a un risueño Aleph, con los brazos cruzados.
Marzo bajó un poco la cabeza mientras Stelle desviaba la mirada.
Qini fingió que miraba su zapato.
Aleph seguía cantando.
"No time for loooosers~ 'Cause we are the champions~..."
"Basta ya." Murmuró Yukong con una mano en la frente.
Himeko se giró hacia la puerta, no sin antes tirar de la oreja de Aleph.
"Muy bien. Vámonos. Aún tenemos que pasar por la sede de la Comisión de Adivinación a despedirnos de Fu Xuan."
.....
"Adelante, adelante..." Murmuró Qingque mientras los hacía pasar al edificio de la Comisión.
La sonrisa en su rostro era tan forzada que no engañaria ni al más idiota de los idiotas.
Cada tres pasos, sus ojos se desviaban discretamente hacia Aleph, quien caminaba tranquilamente al lado de Himeko, ya bastante más sobrio, aunque con la mano en la sien y una clara mueca.
"No, no, no…" Pensó Qingque, tragando saliva. "Finge que no viste nada. No lo viste. No pasó. Solo imaginaciones… sí… claro que sí…"
Pasaron por el pasillo principal hasta llegar a la oficina de la Gran Adivina.
La puerta se abrió.
Fu Xuan estaba allí, tras su escritorio, hojeando algunos documentos.
En cuanto levantó la mirada y vio a Aleph, su expresión cambió por apenas un segundo. Su postura se tensó. No lo miró directamente. Se limitó a mover los ojos al grupo en general.
Aleph parpadeó. Ladeó un poco la cabeza. Notó algo raro pero no sabía exactamente qué.
El silencio fue un tanto... incómodo.
Qingque se frotaba las manos mientras echaba vistazos nerviosos entre Aleph y Fu Xuan.
Himeko levantó una ceja, notando la atmósfera ligeramente extraña. Stelle y Marzo se miraron.
¿Que estaba pasando?
Dan Heng seguía comiendo dulces, absolutamente ajeno a todo, y Welt parecía concentrado en algo lejano.
El silencio no duró mucho.
Himeko pronto rompió la tensión.
"Venimos a despedirnos. Partimos esta tarde, y queríamos agradecer su hospitalidad."
Fu Xuan carraspeó y se llevó una mano a la boca.
"… Claro." Su expresión recuperó de inmediato su porte habitual, dando un aire más solemne y profesional. "Agradezco que se hayan tomado el tiempo de pasar por aquí. La Comisión les desea un buen viaje, y que las estrellas iluminen su camino."
Aunque, mientras decía eso sus ojos seguían desviándose hacia Aleph cada tanto.
Cuando el grupo se giró para marcharse, Fu Xuan se quedó mirando la espalda de Aleph hasta que desapareció por completo del marco de la puerta. Solo entonces bajó la vista hacia sus documento aunque no estaba leyendo ninguno.
Tapada por los documentos, su mano se elevó hasta tocar sus labios con suavidad mientras su mente evocaba un recuerdo de tan sólo unas horas atrás.
**************
Aleph se sentó en una mesa con un café humeante entre las manos.
"Bien..." Pensó "Burroughs ¿Qué hice exactamente cuando estaba borracho?"
[Por el bien de lo que queda de su dignidad, maestro, mi recomendación es que lo olvide. En serio. No haga esto.]
Aleph cerró los ojos y se masajeó el puente de la nariz.
"Eso solo hace que quiera saberlo más."
[Créame. No.]
Soltó un suspiro largo, tomó un sorbo de café y apoyó el codo sobre la mesa.
Fue entonces que escuchó una voz familiar acercándose.
"¿Eres tú... Aleph?"
Giró la cabeza.
"Xiaoyu." Sonrió. "Sí, soy yo."
La niña se acercó.
"Sabía que eras tú. Reconocí tu voz. Hace tiempo que no venías aquí."
Aleph le ayudó a sentarse.
"Sí… ya ha pasado un rato."
"¿Sabes algo de Dan Shu? La he estado buscando pero nadie me dice dónde está."
Su expresión se endureció apenas un instante.
Dan Shu.
Ese nombre aún le provocaba un sabor amargo.
Una mujer que evocaba en él el recuerdo de su hermana mayor.
Aleph suspiro con desgana.
"Se fue de viaje." Respondió, con un tono suave. "Y es poco probable que regrese pronto."
Xiaoyu bajó un poco la cabeza, claramente decepcionada.
"...Oh. Ya veo."
Aleph le revolvió suavemente el cabello.
"Aun así, estoy seguro de que ella estaría orgullosa si te esfuerzas. Y yo también. Si te aplicas, la próxima vez que venga podrías ser una miembro de la Comisión de Alquimia."
La sonrisa de la niña volvió, luminosa.
"¡Entonces te prometo que seré la mejor! ¡Cuando regreses, te lo demostraré!"
"Lo estaré esperando." Sonrió, poniéndose de pie.
Le dio unas palmaditas en la cabeza y se despidió.
....
De vuelta en el Expreso Astral.
"Muy bien, chicos." Anunció Himeko desde la cabina. "Tomen asiento. El salto iniciará en cinco minutos."
Dan Heng ya estaba en su puesto revisando datos. Welt hojeaba un libro. Marzo sacaba fotos a través de la ventana.
Stelle se dejó caer en el sofá junto a Aleph.
"Tengo sueño, hoy fue un día agitado." Murmuró.
"Entonces duerme." Respondió Aleph, sonriendo.
Pronto Stelle se acomodó, apoyando la cabeza en su regazo.
"Despiértame cuando lleguemos..."
"Claro."
Aleph solo se quedó allí, pasando suavemente la mano por el cabello de Stelle, observando las estrellas que empezaban a distorsionarse en el cristal.