"mi señor Arkon, se lo necesita en Argos." Dijo un hoplita de armadura plateada afuera de la puerta de hierro cerrada.
Sin embargo, el soldado no esperaba que la montura del rey le abriera la puerta con su boca.
Vio en primera persona de porque le decían Rexes de los leones de nemea.
Incluso un jinete arriba de un león de nemea se quedaba pequeño al lado del león dorado.
"¿en qué parte soldado?" comentó el rey mirando fijo al hombre.
"en la academia naval mí señor, todos estaban charlando tranquilos de quién sería el almirante de las flotas y en un momento todo se descontroló." Informo de forma concisa.
Después de terminar de comer, Arkon se limpió los dientes y mientras vestía con su túnica del rey de Grecia fue al pasaje del inframundo.
Al llegar, todo estaba tranquilo, pero cuando entró a la academia naval, llegó a escuchar el griterío desde la entrada.
Ni siquiera tocó la puerta solo la abrió, pero las personas adentro no lo sintieron o escucharon.
Había hombres adultos de al menos treinta años y otros de la edad de los filósofos, pero aún con rastros de pelo negro.
Un hoplita del salón como guardia notó la presencia de su rey.
"el rey Arkon está aquí." Dijo con energía el soldado y en un instante todos se pusieron firmes.
Todos con vista en alto y sacando sus pechos con orgullo, esperaron la orden de su rey.
"descansen, quiero saber que está sucediendo aquí." Dijo con calma el joven rey.
Y antes de que puedan registrar las palabras, un hombre joven en sus treinta dio un paso al frente.
Con una túnica azul con detalles dorados, dando a entender su estado como soldado de Grecia, pero en su hombro izquierdo tenía la marca de ser de la armada naval.
Pelo negro, facciones perfiladas, cuerpo bien entrenado, piel quemada por el sol y rostro severo habló.
"mi señor Arkon, le explicaré." Dijo el hombre, pero antes fue interrumpido por su rey.
"¿cuál es su nombre soldado?" preguntó.
"mi nombre en Arkantos mí señor." Dijo él y el joven frente a él solo asintió.
"mi señor, estamos reunidos aquí para hablar de quien sería el almirante de flota de la armada naval de Grecia.
Debido a que hay muchos hombres tienen méritos tanto en práctica y conocimiento, se hizo un examen de manera imparcial." Pero fue interrumpido.
"en pocas palabras alguien no acepto los resultados ¿Quién ganó en estos exámenes?" Preguntó, pero hubo un silencio sepulcral y Arkantos dio un paso al frente una vez más.
Arkon entrecerró los ojos y solo suspiro con la nariz.
"bien, Arkantos serás el almirante de flota, los soldados que hacían de guardia, quiero que identifiquen a aquellos que no aceptaron los resultados, ellos harán trabajos para la comunidad durante tres semanas." Dijo con calma, pero su voz se llenó de autoridad en un instante al decir las siguientes palabras.
"y aquellos que no aceptaron la verdad ¿acaso no saben en dónde estamos? Grecia necesita lo mejor de lo mejor, y si no les gusta entregue su túnica y armas para otro que si valora el lugar en donde está.
Aquel valorará que entre los suyos apareció alguien digno al puesto como almirante de flota, y si no le gusta pues atrás mío están las puertas."
Poco después se retiró y se subió a Rexes para irse a Eunomia Nova.
"almirante ¿Cuáles son sus órdenes?" dijo un hoplita en la sala.
"hagan lo que dijo el rey Arkon, para el resto haré honor a mí puesto como almirante de flota y les demostraré de porque fui elegido como el primero." Dijo Arkantos antes de irse.
Arkon al llegar a la plaza central tanto civil como comercial fue interrumpido por un kataskopos a Pegaso con sudor tanto del caballo como del hombre.
"mi señor Arkon, encontramos… encontramos otra reliquia." Dijo con cansancio.
Al escuchar esto abrió los ojos de sorpresa y rápidamente pidió las direcciones, pero el explorador le respondió que ya estaban llegando.
En dos días estarían aquí, Arkon entonces llamó a un hoplita y le dijo que un regimiento de hippikones a Pegaso hagan de guardia a estos exploradores.
El informante le dio la ubicación, poco después Arkon fue llamado nuevamente en este nuevo día.
"mi señor Arkon, se lo necesita en el salón de justicia." Dijo un hipaspista con armadura plateada.
"iré." Respondió de forma simple mientras ordenaba a Rexes.
Cuando la edificación de la sala de justicia que estaba cerca de la zona militar y al lado las cárceles que rara vez se ocupaban debido a que eran cargos leves o en algunos casos graves que eran asesinar al causante del delito.
Al entrar, vio a muchos jóvenes con pergaminos de papel o de piel moviéndose de un lado a otro y en medio de la sala estaba Víctor sosteniendo una balanza de bronce, pero sus ojos no estaban tapados.
Debido a que él nunca fue parcial, sus valores y creencias nunca influyeron en las tomas de castigo.
Pronto llego a la sala de juicio privado y vio a un joven sano e incluso sus músculos estaban definidos, pero no tanto como los soldados.
Él estaba arrodillado enfrente de tres jueces ancianos con pelos y barbas grises con túnicas rojas dando entender que trabajan aquí.
"atención a la sala, el rey Arkon está aquí." Dijo con energía un hipaspista que guiaba a Arkon.
"¿Qué sucede que se necesita mí presencia?" comentó Arkon.
"mí señor Arkon, está aquí debido a una decisión que fue empatada por nosotros tres, una afirmación, una negativa y una abstención." Dijo el juez del medio.
"¿los cargos?" pregunto el rey.
"hurto." Respondió el juez de la izquierda.
"de acuerdo. Dime joven…"
"Autólico mí señor." Respondió al instante.
"dime Autólico ¿cómo te atraparon y que robaste?" preguntó Arkon mirando calmado.
"me atraparon porque me conocían mi señor y robe una armadura de león de nemea." Dijo él joven mirando el suelo evitando la mirada de su rey.
"¿solo por tu reputación te atraparon?" preguntó Arkon.
"sí mí señor, sino nunca hubieran sabido que había sido yo." Respondió con amargura.
"Autólico con sinceridad ¿Cuándo descubrieron tu reputación cómo ladrón?" preguntó Arkon.
"… después de que robara más de cincuenta y siete veces." Dijo con voz baja.
"de esas cincuenta y siete veces ¿Qué eran armas, vasijas u oro?" preguntó Arkon.
"…" Arkon no llegó a escuchar y le ordenó a que hablara más alto.
"de cada mí señor, arcos, ballestas, espadas, lanzas, escudos, oro, bridas, armaduras e incluso robe dientes de león de nemea cuando estos dormían." Dijo con velocidad y cuando quería hablar notó que el joven seguía hablando.
"después de eso me mandaron a hacer trabajo forzoso limpiando los establos de los pegasos, caballos, hidras, leones, quimeras y mantícoras, reparaciones y demás, pero me atraparon nuevamente porque fue sospechoso y descubrieron que fui yo… otra vez." Dijo con vergüenza.
Incluso los soldados de la sala y jueces se enteraron de todo lo que robó, solo sabían que se había una armadura de león de nemea, y cuando querían replicar Arkon alzó su mano y todos guardaron silencio.
"¿Autólico acaso no te diste cuenta?" preguntó Arkon.
"¿Qué cosa mí señor?" preguntó extrañado.
"tu don servirá para cosas mayores que robar cosas banales como armaduras o armas. Soldado llama a un capitán de kataskopos de reliquias." Dijo Arkon y el soldado fue corriendo.
Al volver había un capitán kataskopos con un casco plateado que solo protegía su cabello para reconocerlo más rápido.
"mí señor Arkon ¿Qué necesita?" preguntó el capitán.
"capitán aquí tienes un recluta para las reliquias, tiene un gran don tanto para robar como no hacer ruido con lo que robó." Dijo Arkon mientas le presentaba a Autólico.
"¿es cierto sobre lo último mí señor?" preguntó con duda.
"¿acaso usted puede encubrir el ruido de una armadura de león de nemea o bridas?" respondió preguntando.
Al escuchar esto solo se quedó callado.
"bien mí señor, recluta aprenderás lo básico de equitación de Pegaso y hablar con señas, mientas tanto no defraudes la recomendación del rey o yo mismo te tiro del cielo." Dijo con severidad al joven.
Autólico a todo esto, no esperaba un puesto de trabajo debido a su hobby de robar cosas pequeñas, que esa era su opinión por dentro.
Y con alegría abrazo al rey haciendo que todos los tome por sorpresa y cuando los soldados querían empalarlo con sus armas, Arkon los detuvo.
Su mano derecha agarró el pelo rizado corto de Autólico y con fuerza lo separó de su cuerpo.
Poco después se retiró del salón de la justicia debido a que quería juzgar el mismo los castigos y escuchar los delitos.
Cómo siempre para despejar su mente fue a pasear a la plaza central, veía a los niños jugar con espadas y escudos de madera.
Otros con lanzas y arcos, pero no usaban flechas debido a los peligrosos que son estos cuando son disparados.
Y por enésima vez Arkon fue llamado, pero está vez era diferente.
"mí señor Arkon, Áyax de Rodas dijo que las armas de asedio están listas." Dijo el gastrafita con un rifle de repetición y montaba un caballo marrón.
"llama a las tropas y que se despidan de sus seres queridos, la campaña del sur comenzará en dos días, quiero las armas de asedio en Megara y que los héroes de Grecia estén preparados." Dijo Arkon con seriedad.
"sí mí señor." Dijo el gastrafita mientas se retiraba con rapidez.
Arkon por su parte vio la plaza llena de vida, pero suspiro con profundidad y fue a sus aposentos a calmarse.
Al llegar notó la misma guardia de siempre, las mismas esquinas curvadas y rectas, pilares, estandartes y cortinas blancas.
Al llegar a su puerta de hierro con grabados de una guerra entre humanos y demonios, las abrió con fuerza y las cerró después de que Rexes pasará.
Y este último antes de mirar mortalmente al intruso fue hechizado y se volvió manso en un instante.
Era Circe por supuesto, ya que la primera vez que fue a los aposentos de Arkon nunca más durmió en los suyos que estaban en una casa para solo ella.
Ella desde que descubrió el talento artístico de Arkon siempre aparecía por las noches debido a su insomnio.
Sin embargo, esta vez, Arkon no fue a dibujar o a calmarse como siempre, su armadura blanca hecha de placas de hierro forjado, su nueva capa blanca y cresta blanca reemplazaron las doradas.
Su armadura tenía una pechera de hierro que protegía por completo su torso y espalda, en sus hombros dos hombreras que permitían el movimiento de alzar sus brazos sin molestia.
Debajo de estás, cuatro placas en cada brazo, en sus antebrazos había un par de guanteletes de una sola pieza que estaba atada a un cinturón de cuero, sus manos eran protegidas por placas pequeñas que permitían mover libremente los dedos.
En su cintura había un cinturón de hierro y en la hebilla tenía la imagen de Rexes mostrando sus colmillos y dientes.
Por debajo de este una falda de hierro que llegaban hasta la mitad de los muslos de Arkon.
En sus rodillas había una rodillera que las cubría tanto frontal como posterior, está tenía un león rugiendo.
En sus piernas había unas grebas de dos piezas que protegían las pantorrillas y los músculos de adelante.
Sus pies estaban conectados con las grebas y estaban hechas por pequeñas placas unidas que permitían el movimiento común como caminar, correr o saltar.
En el cabeza un casco espartano, la parte de frente tenía un aspecto intrincado y mostraba casi nada del rostro de Arkon y al probarlo sintió que podía mirar todo como si no lo tuviera.
En la parte superior una cresta blanca que iba desde la frente hasta la nuca, está era alargada pero no se movía con el viento.
En el hombro derecho en la parte posterior había una capa blanca pequeña que tenía la anchura de unos veinte centímetros y que llegaba hasta el suelo.
Está estaba conectada con la hombrera de hierro del hombro derecho.
Sus armas eran una espada de doble filo, una lanza, una daga, un arco y un carcaj lleno de flechas.
Y debajo de toda esa armadura había una cota de malla de hierro que cubría desde los hombros y brazos por completo hasta los muslos de Arkon.
Circe vio como el joven de quince años afilaba sus armas con el rostro inexpresivo de siempre.
"¿Cuándo será?" preguntó ella.
"dos días, nos iremos al amanecer, tu cuidarás Eunomia Nova, el resto irá conmigo excepto los gobernantes de las ciudades." Dijo él entendiendo la pregunta de Circe.
"¿las armas de asedio ya están listas?" dijo ella sabiendo que solo paso una semana desde que llegaron los enanos.
"sí, hoy me dieron la noticia. Los rifles de repetición, cañones e incluso las helipolis fueron mejoradas reemplazando la madera con hierro." Dijo él.
"¿cómo es posible esa velocidad?" preguntó ella con extrañeza.
"pregúntale a Víctor, por lo que se los herreros de rodas nunca tomaron un descanso, por eso les di dos días, poco después rodas enviará armas de asedio a todas las ciudades como defensa o guarnición." Dijo Arkon mientras afilaba la hoja de su daga.
"¿cuánto tiempo tomara?" dijo ella acercándose a él.
"el que sea necesario, primero iremos a las tierras baldías del sur y luego a las marismas de la locura. Iremos poco a poco." Dijo mientras agarraba las flechas y comenzaba a afilar sus puntas.
"¿y el norte? ¿no había orcos ahí?" dijo ella con duda.
"están peleando con el imperio, los príncipes fronterizos se unieron a Karl Franz, también creo que había dos clanes enanos que están arriba de ellos, y al este tiene a un clan de skavens que comparten frontera con Belegar." Respondió él de forma concisa.
"¿cuánto tiempo tu gente no podrá verte entonces?" preguntó ella nuevamente.
"¿mí gente o tu?" preguntó él mientras guardaba las flechas y la miraba.
"¿vas a responder?" dijo ella con seriedad.
"tal vez un mes completo o más, debemos buscar, estar atento a emboscada, aniquilar cada jefe de guerra orco o goblin, orcos salvajes, campamentos de recursos, administrar la ciudad, dejar una guarnición, defenderla, viajar a paso lento, búsqueda de reliquias, y muchas cosas más." Dijo Arkon enumerando lo que tenía que hacer en cada provincia conquistada.
"estás tan estresado que dijiste buscar dos veces." Dijo ella sonriendo y acariciando el pelo de Arkon.
"sí, pero es normal para alguien de mí posición ¿no?" dijo Arkon mientras se recostaba en el respaldo de la silla de mimbre.
"eso no son errores, solo estás estresado que olvidas que repites palabras. Los errores son como tener un juicio nublado sobre la toma de decisiones en una batalla o en un juicio." Dijo ella mientras se sentaba arriba de él y acariciaba su pelo.
Arkon cerró los ojos y disfruto las caricias de su sacerdotisa más fuerte de Grecia.
"¿a quienes llevarás? Cómo tus gobernantes en cada ciudad digo." Dijo ella mientras se acostaba sobre su pecho y su cabeza en su cuello.
"Aquiles, Quirón, Atalanta, Hipólita, Odiseo y Heracles, seis ciudades aseguradas y protegidas por ellos." Comentó Arkon.
Ella solo se quedó callada, y siguió mimando al joven que disfrutaba en silencio y con ojos cerrados.
Los días de descanso se esfumaron con rapidez como polvo empujado por el viento.
En la mañana, en el amanecer un grupo de kataskopos a Pegaso llegaron y entre ellos había al menos ocho hombres llevando la reliquia con sogas atadas a los pegasos.
Al tocar el suelo, los caballos estaban resoplando y Arkon ordenó a que vayan a descansar.
Arkon puso entre sus brazos la porta reliquia de color dorado y que desprendía un aura divina.
Para los hombres y pegasos pareciera como si tuvieran que cargar la espada de un coloso.
Pero para su rey lo levantaba como si nada y él se subió a su león y los dos fueron al templo principal.
Al entrar en una sala secreta, había una estatua de Víctor, con escudo y espada y su corona de hojas mirando el cielo.
En su base estaba la otra reliquia, el kopesh de Horus que permite que los héroes le hagan el doble de daño a las unidades monstruosas del enemigo.
Cuando Arkon dejó la reliquia al lado de ella otra, su pergamino comenzó a desprender calidez y como siempre lo sacó.
La tinta comenzó a escribir y decía
Poco después comenzó a desdibujarse y se fijó en los cuarteles y nuevas unidades habían aparecido, pero hay un problema, solo había disponible uno de cada.
Entre los hoplitas, sus unidades de renombre eran los guerreros de Esparta, armaduras doradas, capas rojas, cascos con cresta roja, un escudo redondo que cubría por completo su cuerpo y una lanza de punta dorada de dos metros y medio.
En los hipaspistas estaban los crisaspidas, los conocidos como escudos de oro, capas doradas como su armadura, armas e incluso sus cotas de malla.
Los mirmidones tenían a los argonautas, grandes héroes que acompañaron a Jason y que juntos viajaron en el Argos.
También había batallones totalmente independientes de estos como el batallón sagrado de Tebas.
Y así con el resto de unidades humanas, entre ellas no estaban la de las bestias o tal vez tenía que encontrarlas y llevarlas al templo.
Al salir fue interrumpido por Hipatia, la sacerdotisa del templo principal de Eunomia Nova.
"mí señor Arkon, la señora Circe quiere su presencia en sus aposentos." Dijo ella mientras veía a su rey quien aún tenía su túnica de rey.
Él solo asintió fue a dónde vivía ella.
Arkon viajo a las casas más prestigiosas de Eunomia Nova, debido tanto a contribuciones como estado como sacerdotisa mayor de Víctor Securis.
Los jardines de Circe estaban llenos de pavos reales que parecían sus mascotas, pero era una tapadera de ella, ellos son sus ojos tanto de la carne como de las plumas de su cola.
Ella seguramente ya supo que llegó, Arkon junto con Rexes pasaron por el suelo de piedra blanca y mármol, al llegar notaron una piedra de hierro que tenía grabado la historia de una mujer, de niña alguien común, pero de mayor una poderosa hechicera.
Las puertas se abrieron de par en par, pero el león se quedó afuera debido a que no le gusta la presencia de Circe.
Arkon escuchó como las puertas se cerraron detrás suyo, vio hermosos cuadros, pero reconoció que eran sus dibujos tanto de Circe como de otras criaturas como leones o águilas gigantes.
En el centro una fuente de mármol que tenía agua prístina y algunos peces de hermosos colores de pequeño tamaño, pero glamorosos.
Los pilares de la casa eran hermosos, más magníficos que de cualquier otro y comparable a los del templo, incluso sus asientos eran hermosos.
Arkon alzo la vista rápidamente cuando escucho pasos y vio que era Circe bajando de las escaleras con una mano de la barandilla de hierro negro de aspecto floral.
Ella estaba vestida como siempre, una túnica blanca que mostraba su abdomen un poco definido y su espalda, mientras que sus partes íntimas estaban apenas ocultas con prendas de color azul profundo.
Sus muñecas tenían brazaletes dorados finos, su cabello negro fluía como siempre como río y en su mano derecha su inseparable bastón dorado con gema verde en la punta.
"¿Qué necesitas Circe?" preguntó Arkon mientras la veía bajar descalza escalón por escalón.
"quiero verte bien antes de que te vayas y bendecirte." Dijo sonriendo, pero sería al final de sus palabras.
Ella se acercó a él y de su mano izquierda brillaba de color divino e incluso su rostro comenzó a iluminarse a tal punto que podía verde las venas del rostro.
Poco después ella termino y Arkon solo estaba confundido.
"¿Qué fue lo que hiciste?" preguntó con calma, pero con ceño fruncido.
"te hice muy resistente a la magia, desde hechizos hasta armas tocadas por ese caos." Dijo ella con seguridad y firmeza en su voz.
"bueno, nada más supongo, si quieres despedirte ve a la puerta sur mientras tanto voy a por mí armadura." Dijo Arkon, pero sus movimientos fueron detenidos.
Circe le agarró la mano y ella vio su rostro, calmado pero firme, incluso sus ojos marrones se veían sin expresión a parte de un poco de duda.
"¿Por qué siempre tratas de demostrar algo? ¿es por miedo al caos que siempre quieres expandir Grecia? ¿acaso no es suficiente con lo que tenemos?" pregunto ella rápidamente.
"¿Por qué debería de contestar? ¿acaso eres mi madre para pedirme explicaciones?" respondió preguntando Arkon mirándola con el ceño fruncido.
"te habla una mujer de más de setecientos años, joven." Dijo ella frustrada.
"y tú le hablas al rey de Grecia, Circe no sé cuál es tu preocupación y no se a quien ves a mí, un hijo adoptivo o lo que quieras, pero yo no soy él, no moriré hasta que mí propósito termine." Dijo antes de retirarse.
Pero a la salida escuchó.
"¿Qué quieres demostrar?" dijo ella
"a mi pueblo mucho, para ti nada." Dijo mirándola cuando miró para atrás.
"no se que te sucede circe, pero si vas a seguir así, mejor auséntate de mis aposentos hasta que se te pase tu drama de mujer histérica." Dijo mordazmente Arkon.
Al salir le chifló a Rexes y este vino corriendo y en un instante se fueron a sus aposentos.
Se puso su cota de malla de anillos de hierro, y parte por parte su armadura de placas, cuando se colocó la capa y la engancho con la hombrera derecha, agarro su casco y se lo quedó mirando.
Ahora ya no era el rey de Grecia sino su comandante en jefe de todas las fuerzas, cada pequeña decisión será cargada con consecuencias desde pérdida de tiempo hasta de miles de vidas.
Se puso el casco espartano con cresta blanca larga, puso su espada en su cintura y funda, su escudo en la espalda mientras que en su mano derecha llevaba su lanza y en su izquierda su arco.
Afuera de sus aposentos vio como sus hombres le colocan la armadura a Rexes, su frente tenía una placa que la cubría por completo.
En las extremidades delanteras y traseras, en la silla de montar había un gancho que conectaba con su armadura para permitir que la montura haga movimientos antinaturales sin preocuparse por el jinete de que se caiga.
Al tener todo listo, Arkon le ordenó a Rexes que de la señal de que era hora de irse.
Rexes con fuerza lanzó un rugido que asustó a todos los pájaros de la ciudad capital de Grecia.
Incluso aquel que aún no se despertaba, se levantó del susto mientras agarraba su espada de forma automática.
La zona militar se movió con mayor velocidad que un Pegaso llegando a destino.
Las puertas fueron abiertas por un Minotauro y de estás salían regimientos y regimientos de soldados que serían comandados por Arkon.
Los primeros en salir eran los hoplitas soldados con cresta azul desde la frente hasta la nuca, con escudos y armas de hierro.
Los hipaspista soldados anti infantería, con capas azules y armas y armaduras de hierro.
Los mirmidones soldados de élite entre la élite de infantería de Grecia, ahora portaban escudos y su distintivo eran las bufandas blancas que cubrían sus hombros y cuello.
Los siguientes eran los toxotes, pero sus armas eran diferentes, sus escudos permanecieron, pero sus armas son ahora rifles de repetición de gran alcance y aún no estaban listos los nuevos rifles creados por su rey.
Sin embargos estos no tenían daño mágico como sus arcos y flechas, su distintivo eran sus pequeños escudos.
Los peltastas hombres que tienen ventaja con aquellos atacantes a distancia poseían armas de repetición de largo alcance, portaban un distintivo como la capa azul y una capucha que también los cubre.
Sus jabalinas las mantienen con ellos para combatir con criaturas feroces o mágicas.
Los gastrafitas ahora poseían armas de largo alcance más potentes debido a su entrenamiento y aguantan su retroceso sin lastimarse o cansarse como sus otros compañeros a distancia.
Los tres ahora pueden montar a caballo con facilidad y aún mantener su mortal precisión aun cuando su corcel corre o vuela a grandes velocidades.
La caballería por su parte era muy diversa.
Los hippikones con armadura completa y cascos que ocultaban por completo su rostro montaban sobre exclusivos caballos blancos.
Poseían una espada pesada y un escudo redondo como armas y una pequeña daga en casos de emergencias.
Sus otras monturas son el Pegaso y el león de nemea y ellos prefieren estos últimos.
Los pródromos eran jinetes anti caballería, con sombreros contra el sol, pero hechos de hierro, armadura ligera, un escudo redondo y una lanza de gran perforación contra armaduras pesadas y ni hablar de las ligeras.
Sus caballos eran sus distintivos debido a que siempre usaban de colores oscuros no como los hippikones, ellos como estos últimos tenían otras monturas, pero sus preferencias eran los pegasos.
Y por último como caballería, la élite entre la élite tanto por fuerza por como su excelencia en pelear única contra uno o uno contra muchos.
Ellos no tenían preferencia en las peleas, solo sabían que tenían que asesinar al enemigo de su rey sin miedo.
Los hetairoi, la caballería pesada de Grecia que incluso sus espadas más simples podían romper la piedra con su pura fuerza bruta.
Con casco romano que protegía su barbilla y dejaba en vista simple su rostro y una cresta de hierro en su casco, solo tenían una armadura pectoral que protegían sus torsos y espalda.
Unos brazaletes para proteger sus muñecas y una cota de malla de anillos de hierro.
Ellos no tenían preferencia sobre sus monturas y si hacía falta lucharían a pie o incluso peleando mano a mano con su boxeo griego.
Las bestias por su parte eran numerosas y poderosas.
Los primeros eran los minotauros toro, con armadura dorada que cubría sus poderosos músculos por delante y por detrás.
Su arma era un hacha gigante de doble cabeza dorada de aspecto intrincada y un poco más adentro de esta había otra de doble cabeza por si la grande se rompe.
Los cíclopes con patas de sátiro y de cintura para arriba humano, con un solo ojo y un cuerno pequeño apuntando al cielo, portaban de arma una maza de hierro gigante, un garrote de madera o una espada gigante.
Sus torsos son protegidos por dos placas de hierro que protegían su torso y espalda atadas con correas.
Y en sus rodillas dos rodilleras con púas atadas en la parte posterior de estás.
Los centauros poseían un casco dorado y una armadura de oro que cubría solo su torso y espalda.
Y como los arqueros humanos, ahora portan armas de fuego de largo alcance o de repetición y dejaron sus arcos como repuesto.
Los leones de nemea poseían armaduras como la de Rexes para protegerlos contra aquellos por si algún casual poseían armas mágicas tanto de fuego como de cuerpo a cuerpo.
Las mantícoras no poseían protección alguna debido a que siempre se las quitan, pero eso no hacen que estén en peligro.
Las púas de su cola eran lo suficientemente afiladas como para penetrar en la armadura de un ciclope o Minotauro.
Las hidras por su parte, llevaban en sus lomos una plataforma de madera y hierro que podían mover con suma facilidad y arriba de estás había infantería de proyectil.
De armadura llevaban placas de hierro a lo largo de su cuello y en su cabeza y en sus extremidades largas.
Sin embargo, los soldados cuando lleguen a Megara serán reemplazados con cañones de todo tipo.
Las medusas eran mujeres mitad serpiente mitad humanas con una mirada mortal que convertía a todo aquel en piedra.
Y como ser una unidad a distancia poseían armas de fuego, como armadura solo pedían unas placas que protegían sus muñecas y una tela que cubría sus senos de color azul profundo.
Las quimeras no se dejaban poner armaduras y aquellas que se las pusieron fueron derretidas por la serpiente con su fuego.
Los colosos no pertenecían al ejército debido a su altura y fuerza que sería contraproducente debido a que su espada sacaba trozos gigantes de tierra y estás podrían destrozar casas y edificios con facilidad.
Incluso llegaron a probar que estos pedazos de tierra bien disparados y con suficiente fuerza podían partir al medio una helipolis hecha de hierro.
Sin embargo, se le dio otro rol debido a cierto don que se les dio, estos al ser los guerreros de mayor importancia de Víctor Securis hace mucho, ellos sabían cuándo el caos estaba presente.
Nada desaparecía de su vista, incluso en forma de susurro ellos los miraban fijamente en el lugar exacto en donde aparecieron.
Incluso su don como incorruptible era demasiado poderoso, ellos preferirían autodestruirse que ser contaminados por el caos.
Y debido a su altura fue una fuerza influyente tanto en mar como en tierra, debido a que rostro estaba oculto por su casco pareciera que su altura pareciera ser más alta.
Y el último en salir era Arkon con su armadura de aspecto intrincado con detalles blancos como su cresta y capa pequeña.
El miraba al frente sin darle importancia a la gente que lo veía, pero su mirada se desvío en Circe que estaba a un lado de la calle principal más grande de Eunomia Nova.
Ella lo miraba preocupada, pero él aparto la vista con decisión mientras se prepara mentalmente para la campaña del sur.
"mí señor Arkon, nos vamos directo a Megara ¿y ahí hasta donde mí señor?" dijo el capitán hoplita que guía al ejército.
"iremos al oeste y un poco al sur, veremos el final de un río y si lo seguimos daremos con una ciudad marítima ocupada con orcos.
La conquistaremos y esperaremos hasta que tenga una guarnición para que se defienda. Después iremos a la frontera de la provincia, entre las montañas habrá otra ciudad y el suroeste de la provincia la última ciudad de las tierras baldías del sur.
Después de dejar tres gobernantes, iremos al este y ayudaremos a Belegar contra la amenaza skaven." Dijo Arkon y el capitán solo se retiró.